BON: te quiero
Dicen que el amor no entiende de razas, distancias, sexo o edad. Pero, ¿realmente la sociedad esta preparada para ello? ¿Cómo alguien no puede aceptar el amor entre dos personas? ¿Por que entierran algo tan bonito en el olvido? ¿Cual seria la unica salida? Un amor destinado a la separacion...
-Gracias Amanda ;)
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Bienvenid@s!
Hola! Antes que nada, gracias por el simple hecho de entrar aquí. Aquí os pondré mis historias, mis pensamientos y siempre van a tener como protagonistas a los chicos de Tokio Hotel, aunque no siempre saldrán como tal.
Espero que os guste y que os divirtáis leyendo y pido una única cosa, en esta actual historia los cuatro chicos no son los protagonistas, es mi primera historia así, y me encantaría que a continuación me contárais que os parece.
Me alegraría muchísimo saber que cada visitante elige su opinión en la encuesta =)
Muchísimas gracias por vuestra atención, y espero, sigáis entrando ;)
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lunes, 29 de marzo de 2010
Capítulo 5. Cena, ¿racista?
En este capítulo aparecen:
-Mi padre quiere que vengáis a cenar esta noche, tu hermano con Sara también-Bill me llamó temprano, nada más levantarse y le conté lo que me dijo mi padre anoche.
-¿En serio?-noté su voz nerviosa.
-¿Qué pasa?-sonreí-. ¿Tienes miedo de conocer a mi padre? Venga, que yo ya he conocido a los tuyos. Ya era hora de que vengas, ¿no?
-Sí, claro que si, pero no entiendo porque mi hermano y Sara.
-No sé, querrá más compañía-pensé.
-Pero, ¿no vamos a ir a la discoteca como todos los sábados?-sonó molesto.
-Bill, no vamos a estar toda la noche con mi padre. En cuanto cenemos nos vamos. ¿Es qué no te parece bien?
-Me parece genial, Giselle. Voy a decírselo a mi hermano ahora mismo.
-Ok.
-Estoy cansado, nos vemos esta noche. Te quiero.
-Y yo-colgué.
Quedé mirando el aparato; ya me estaba cansando de las llamaditas de Bill los sábados por la mañana, y si al menos fuera para desearme los buenos días, podría pasarlo por alto, pero siempre me llama ausente, con voz tensa y no entiendo porqué. No sé que hará los viernes, pero siempre amanece así.
Dejé de pensar en lo que haría. Tiré el teléfono en mi cama y restregándome los ojos me levanté; me pusé las zapatillas de estar por casa y bajé a desayunar.
-Buenos días-dije nada más asomar un pie en el comedor-. ¿Y papá?-pregunté al darme cuenta del vacío de su silla.
-Ya sabes. Papeles-dijo mamá con una mueca-. ¿Esta noche vienen?
-¿Qué?-no sabía de lo que me hablaba, pero luego caí-. ¡Ah! Sí, se lo acabo de decir.
-Un momento-intervino Elia-. ¿Quiénes vienen?-enarcó una ceja.
-Pues Bill, Tom y Sara. Papá los ha invitado a cenar esta noche-le expliqué.
-¿¡Qué!?-dijo en un grito ahogado. Se puso nerviosa y se dedicó a beber de su taza de leche-. Ya he terminado-se levantó con una minúscula sonrisa en su rostro.
Me imaginaba lo contenta que debía de estar por cenar en la misma mesa que la de Bill.
-Espero que se le pase pronto-murmuró mi madre. Nos miramos y reímos.
Faltaba media hora para comenzar a cenar; Bill aún no había llegado. Bufé. El primer día que conoce a mi padre y esperemos que no llegue tarde.
Mientras me coloqué enfrente del espejo, para ver si todo seguía en su sitio y mi maquillaje estuviera perfecto.
Sonó el timbre de la puerta haciendo que me sobresaltara; cogí mi pequeño bolso y mi rebeca favorita de color gris y bajé corriendo.
-No corras que acabarás tragándote las escaleras-me decía Óscar esperándome abajo.
-¡Hey!-mi saludo lleno de alegría-. Ahora hablamos que es Bill-corrí hacia la puerta.
-Un momento-me cogió del brazo, muy serio-. ¿Quién te ha dado permiso para salir tan guapa?-me miró de arriba abajo.
-No-dejè caer mis hombros-. Tú no me hagas la pelota, por favor.
-No es peloteo, es la pura verdad-me sonrió.
-Bueno, gracias. Ahora tengo que abrir la puerta si me permites claro-desvié mi mirada a su brazo y al mio.
-Oh, claro-me soltó.
Más despacio fui a abrir la puerta.
-Buenas noches-Bill posó su mano en mi cintura y me besó-. ¿Cómo puedes estar tan guapa?
-¿Por qué se lo tienes que decir todos los días?-preguntó su hermano.
-Gracias Bill-ignoré a Tom.
-¿Qué tal?-Sara vino y me abrazó.
-Hola cuñadita-Tom se puso frente a mí esbozando una sonrisa que me dio escalofríos. Siempre me pasa con él.
-Que sepas que no estoy casada con tu hermano, no me llames eso.
-Oh, no-se hizo el ofendido-. Controla a tu noviecita, mira como le habla a tu gemelo.
-Lo tiene que hacer la tuya-se defendió Bill.
-Vale-dijo en una carcajada.
Busqué rápidamente la mirada de Sara que estaba clavada en el suelo. No entiendo como Tom se burla de ella y solo clava la mirada en el suelo. Increíble.
-Déjate de tonterias y entremos por favor-les señalé para dentro-. Rosa, ¿puedes llevarlos al salón? Voy a avisar a mis padres-dije en cuanto la vi aparecer.
-¿Cuándo nos vendremos a vivir aquí?-oí decir a Tom y recé para que no lo volviera a decir ni en broma.
Acordándome de que aún llevaba mi bolso y la rebeca en la mano, fui y lo dejé en el recibidor.
-¿Qué planes hay para esta noche?-me asusté al oír la voz de mi chofer.
-Lo mismo. Ir a la discoteca.
-¿No te cansas?-se acercó a mí con su peculiar sonrisa.
-Algunas veces-me encogí de hombros-. Por cierto, ¿qué tal la cena con tu mujer? ¿Le gusto?
-Si yo te contara-dijo reprimiendo un suspiro.
Le entendía perfectamente; estaba con nosotros las 24 horas del día y no la veía a penas.
-Tienes que dejar este trabajo-rió-. En serio, no se que haces perdiendo el tiempo con nosotros cuando podaria hacerlo con ella. Formar una familia.
-Creeme-dijo tras una pausa-. A veces pienso que mi familia ya la tengo aquí.
-Oh-me puse la mano en el corazón y salpiqué las manos, haciendo como aguantar las lágrimas-. Eso es, súper bonito.
-No te burles-me dio un pequeño empujoncito.
-Gracias.
-Oye, ¿no tienes invitados?-abrí la boca al acordarme y me fui corriendo a llamar a mis padres.
Pero para cuando fui, ya se estaban presentando ellos mismos.
-Papá, mamá-dije al entrar. Estaban muy sonrientes, por lo que parecía ya habían hablado de algo y eso, gustó a mis padres.
-Giselle, no me había dicho que su madre es Simone-dijo mi padre con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Y?-fruncí el ceño.
-Oh Giselle, mi madre es dueña de Industrias DeutKa-dijo Bill, como si fuera la cosa más obvia.
-¿Y?-seguía sin entender.
-Soy su accionista mayoritario, Simone es una gran mujer de empresas y me cae estupendo. Y ahora más al saber que uno de sus hijos es el novio de la mía-rieron.
-Mira que casualidad-dije sin mucha importancia acercándome a ellos.
-Mamá nos hablaba de un Fernando, pero jamás pensamos que sería el padre de Giselle-intervino Tom.
-Oh, si lo hubiera sabido la hubiera invitado a ella también. ¿A qué si cariño?-miró a mi madre.
-Sí, claro. Creo que ya es demasiado tarde para que la llaméis, ¿verdad?
-Me temo que si-dijo Tom.
Me sorprendió un poco que Tom se mostrara así con ellos, ¡con mis padres! No me gusta esto…
-La mesa ya está lista-Rosa nos avisó.
-No podemos hacer esperar más a provar las delicias de nuestra sirvienta. Vayamos adentro-papá nos hizo un gesto para pasar al comedor.
Bill y Tom fueron los primeros en irse con mis padres detrás de ellos, y Sara y yo nos quedamos atrás.
-Veo que se llevan muy bien-me comentó Sara.
-Eso parece-alcé las cejas.
Al ir al comedor vi que Óscar pasó por el otro pasillo.
-¿A dónde vas?-quise saber.
-Voy a cenar-dijo dubitativo.
-Pues el comedor está por aquí-señalé detrás de mi.
-No, no-dijo con una risa-. Yo soy el chofer, ¿de qué hablaría yo?
-¿Y yo?
-Muchas gracias, pero no. Ve anda-me acarició las manos.
-Como quieras-le sonreí y me di media vuelta.
Cuando llegué todos estaban sentados; los gemelos a ambos lados de papá; Sara se sentó al lado de su novio y mamá en el otro extremo de la mesa y yo, me senté al lado de Bill.
Como estaban hablando de lo suyo, me fijé en que faltaba alguien.
-¿Y Elia?
-Aquí estoy-apareció corriendo.
Cuando la vimos entrar todos abrimos mucho los ojos, la vi más guapa que nunca.
-Vaya hija, stasi guapísima-apuntó papá.
-Gracias papi. Hola a todos-dijo muy formal a la vez que se sentaba al lado de Sara.
Todos le sonrieron y como no, Tom desvió más de una vez la mirada hacia mi hermana que además de guapa iba muy, ¿destapada?
Rosa nos sirvió la comida. Las chicas no hablábamos para nada, solo ellos hablaron.
-Ya que hemos hablado de todo tipo de cosas, ¿por qué no me contáis cómo váis en el instituto?
-Bueno, Tom y yo solemos sacar siempre las mismas notas en todo: sobresalientes y eso-se sonrojó.
-Sí, no necesitamos mucho estudio para sacar esas notas-sonrió satisfecho.
-Oh, bien, bien-sonrió y se llevó su copa de vino a la boca-. ¿Váis juntos?-nos señaló a los cuatro.
-Sí papá-me adelanté a contestarle-, pero cuando voy a matemáticas ellos van a informática.
-¿No os van los números?
-Para nada-rieron.
-Pues a Giselle tampoco aunque, ahora que tiene un nuevo compañero de mesa…-intervino Elia.
Quise decir algo, pero no podía decir nada. Era verdad, Jeremy se sentaba a mi lado y estaba deseando pedirle ayuda.
-¿En serio? Según me dijiste no querías compañeros de asiento-comentó papá desconcertado.
-Ya, pero como es nuevo y no había otro asiento, el profesor me lo puso al lado-me expliqué.
-¿De dónde es?-preguntó mamá.
-De San Francisco-contesté.
-Y es negro-dijo mi hermana como quien no quiere la cosa, cosa que me fastidió y le dediqué una mirada fulminante.
-¿Cómo dices?-preguntó mi padre con una sonrisa dibujada en sus labios, como si lo que hubiera dicho fuese una broma de mal gusto.
-Sí, es negro-dijo entre dientes y muy orgullosa de tenerle a mi lado.
-Esto es insultante. Hablaré con tu profesor-me señaló, muy serio.
-No entiendo como han permitido que entre en un colegio como el nuestro-comentó Bill.
-Exactamente-coincidió su hermano y mi padre.
Estaba demasiado anonadada por lo que estaba oyendo que era incapaz de decir algo. ¿Estaban siendo racistas?
-¿Dónde está cayendo España? Y no me refiero a vosotros-los señaló-. Vosotros sois casi nuestros vecinos. Sois de nuestra Europa, Alemania es una gran país, pero, ¿qué vengan africanos y afro-americanos?-sacudió la cabeza para no recordar esa atrocidad.
Me estaba quedando, muy sorprendida. ¡Mi padre no podía estar diciendo eso! A quien yo idolatro, ¿un racista? Y lo mejor de todo es que mi propio novio estaba con el, que de Tom me lo esperaba, pero ¡de mi novio!
Me eché el pelo para atrás suspirando para tranquilizarme; miré al resto de la mesa y nadie decía nada.
-Papá, estamos en el siglo XXI y todos sabemos que somos iguales y que a cada país puede venir quien quiera-le dije en un tono enfadado.
-Cariño…
-Tu padre solo ha dado su opinión-le defendió Bill-. No deberías contestarle así, Giselle-Bill me hablaba como él, como si fuera mi padre.
Entre abrí la boca, aquello me estaba dejando sin habla.
Miré a mi madre en busca de ayuda, pero solo me miró haciendo una mueca como para que lo dejara estar.
Me mordí la lengua para no decir nada más y me levanté de ahí echa una furia.
-Ya he terminado-dije entre dientes.
-Te va a costar entenderla-oí decir a mi padre cuando salí del comedor y como no, las risas de continuación.
No sabía a que parte de la casa ir; solo sabía que mi padre me había defraudado con sus palabras. Los demás me daban igual, pero había sido él quien me había enseñado todo lo que sé de esta vida, y una de esas es a aprender a querer a todas las personas por igual.
Pero ahora que recuerdo, él no me dijo nada de eso…¿Conozco a mi padre?
Me paré apoyándome en la pared. Si pensaba más en aquello creo que iba a explotar.
Entonces oí unas risas, venían de la cocina.
-Y fue cuando me dice, ¿qué haces aquí?-contaba Óscar a los demás trabajadores entre risas hasta que se dieron cuenta de mi presencia-. ¿Qué haces aquí?-se puso en pie.
-Estoy algo cabreada, ¿puedo estar con vosotros?
-Ven aquí-me ofreció su asiento.
-Mi padre quiere que vengáis a cenar esta noche, tu hermano con Sara también-Bill me llamó temprano, nada más levantarse y le conté lo que me dijo mi padre anoche.
-¿En serio?-noté su voz nerviosa.
-¿Qué pasa?-sonreí-. ¿Tienes miedo de conocer a mi padre? Venga, que yo ya he conocido a los tuyos. Ya era hora de que vengas, ¿no?
-Sí, claro que si, pero no entiendo porque mi hermano y Sara.
-No sé, querrá más compañía-pensé.
-Pero, ¿no vamos a ir a la discoteca como todos los sábados?-sonó molesto.
-Bill, no vamos a estar toda la noche con mi padre. En cuanto cenemos nos vamos. ¿Es qué no te parece bien?
-Me parece genial, Giselle. Voy a decírselo a mi hermano ahora mismo.
-Ok.
-Estoy cansado, nos vemos esta noche. Te quiero.
-Y yo-colgué.
Quedé mirando el aparato; ya me estaba cansando de las llamaditas de Bill los sábados por la mañana, y si al menos fuera para desearme los buenos días, podría pasarlo por alto, pero siempre me llama ausente, con voz tensa y no entiendo porqué. No sé que hará los viernes, pero siempre amanece así.
Dejé de pensar en lo que haría. Tiré el teléfono en mi cama y restregándome los ojos me levanté; me pusé las zapatillas de estar por casa y bajé a desayunar.
-Buenos días-dije nada más asomar un pie en el comedor-. ¿Y papá?-pregunté al darme cuenta del vacío de su silla.
-Ya sabes. Papeles-dijo mamá con una mueca-. ¿Esta noche vienen?
-¿Qué?-no sabía de lo que me hablaba, pero luego caí-. ¡Ah! Sí, se lo acabo de decir.
-Un momento-intervino Elia-. ¿Quiénes vienen?-enarcó una ceja.
-Pues Bill, Tom y Sara. Papá los ha invitado a cenar esta noche-le expliqué.
-¿¡Qué!?-dijo en un grito ahogado. Se puso nerviosa y se dedicó a beber de su taza de leche-. Ya he terminado-se levantó con una minúscula sonrisa en su rostro.
Me imaginaba lo contenta que debía de estar por cenar en la misma mesa que la de Bill.
-Espero que se le pase pronto-murmuró mi madre. Nos miramos y reímos.
Faltaba media hora para comenzar a cenar; Bill aún no había llegado. Bufé. El primer día que conoce a mi padre y esperemos que no llegue tarde.
Mientras me coloqué enfrente del espejo, para ver si todo seguía en su sitio y mi maquillaje estuviera perfecto.
Sonó el timbre de la puerta haciendo que me sobresaltara; cogí mi pequeño bolso y mi rebeca favorita de color gris y bajé corriendo.
-No corras que acabarás tragándote las escaleras-me decía Óscar esperándome abajo.
-¡Hey!-mi saludo lleno de alegría-. Ahora hablamos que es Bill-corrí hacia la puerta.
-Un momento-me cogió del brazo, muy serio-. ¿Quién te ha dado permiso para salir tan guapa?-me miró de arriba abajo.
-No-dejè caer mis hombros-. Tú no me hagas la pelota, por favor.
-No es peloteo, es la pura verdad-me sonrió.
-Bueno, gracias. Ahora tengo que abrir la puerta si me permites claro-desvié mi mirada a su brazo y al mio.
-Oh, claro-me soltó.
Más despacio fui a abrir la puerta.
-Buenas noches-Bill posó su mano en mi cintura y me besó-. ¿Cómo puedes estar tan guapa?
-¿Por qué se lo tienes que decir todos los días?-preguntó su hermano.
-Gracias Bill-ignoré a Tom.
-¿Qué tal?-Sara vino y me abrazó.
-Hola cuñadita-Tom se puso frente a mí esbozando una sonrisa que me dio escalofríos. Siempre me pasa con él.
-Que sepas que no estoy casada con tu hermano, no me llames eso.
-Oh, no-se hizo el ofendido-. Controla a tu noviecita, mira como le habla a tu gemelo.
-Lo tiene que hacer la tuya-se defendió Bill.
-Vale-dijo en una carcajada.
Busqué rápidamente la mirada de Sara que estaba clavada en el suelo. No entiendo como Tom se burla de ella y solo clava la mirada en el suelo. Increíble.
-Déjate de tonterias y entremos por favor-les señalé para dentro-. Rosa, ¿puedes llevarlos al salón? Voy a avisar a mis padres-dije en cuanto la vi aparecer.
-¿Cuándo nos vendremos a vivir aquí?-oí decir a Tom y recé para que no lo volviera a decir ni en broma.
Acordándome de que aún llevaba mi bolso y la rebeca en la mano, fui y lo dejé en el recibidor.
-¿Qué planes hay para esta noche?-me asusté al oír la voz de mi chofer.
-Lo mismo. Ir a la discoteca.
-¿No te cansas?-se acercó a mí con su peculiar sonrisa.
-Algunas veces-me encogí de hombros-. Por cierto, ¿qué tal la cena con tu mujer? ¿Le gusto?
-Si yo te contara-dijo reprimiendo un suspiro.
Le entendía perfectamente; estaba con nosotros las 24 horas del día y no la veía a penas.
-Tienes que dejar este trabajo-rió-. En serio, no se que haces perdiendo el tiempo con nosotros cuando podaria hacerlo con ella. Formar una familia.
-Creeme-dijo tras una pausa-. A veces pienso que mi familia ya la tengo aquí.
-Oh-me puse la mano en el corazón y salpiqué las manos, haciendo como aguantar las lágrimas-. Eso es, súper bonito.
-No te burles-me dio un pequeño empujoncito.
-Gracias.
-Oye, ¿no tienes invitados?-abrí la boca al acordarme y me fui corriendo a llamar a mis padres.
Pero para cuando fui, ya se estaban presentando ellos mismos.
-Papá, mamá-dije al entrar. Estaban muy sonrientes, por lo que parecía ya habían hablado de algo y eso, gustó a mis padres.
-Giselle, no me había dicho que su madre es Simone-dijo mi padre con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Y?-fruncí el ceño.
-Oh Giselle, mi madre es dueña de Industrias DeutKa-dijo Bill, como si fuera la cosa más obvia.
-¿Y?-seguía sin entender.
-Soy su accionista mayoritario, Simone es una gran mujer de empresas y me cae estupendo. Y ahora más al saber que uno de sus hijos es el novio de la mía-rieron.
-Mira que casualidad-dije sin mucha importancia acercándome a ellos.
-Mamá nos hablaba de un Fernando, pero jamás pensamos que sería el padre de Giselle-intervino Tom.
-Oh, si lo hubiera sabido la hubiera invitado a ella también. ¿A qué si cariño?-miró a mi madre.
-Sí, claro. Creo que ya es demasiado tarde para que la llaméis, ¿verdad?
-Me temo que si-dijo Tom.
Me sorprendió un poco que Tom se mostrara así con ellos, ¡con mis padres! No me gusta esto…
-La mesa ya está lista-Rosa nos avisó.
-No podemos hacer esperar más a provar las delicias de nuestra sirvienta. Vayamos adentro-papá nos hizo un gesto para pasar al comedor.
Bill y Tom fueron los primeros en irse con mis padres detrás de ellos, y Sara y yo nos quedamos atrás.
-Veo que se llevan muy bien-me comentó Sara.
-Eso parece-alcé las cejas.
Al ir al comedor vi que Óscar pasó por el otro pasillo.
-¿A dónde vas?-quise saber.
-Voy a cenar-dijo dubitativo.
-Pues el comedor está por aquí-señalé detrás de mi.
-No, no-dijo con una risa-. Yo soy el chofer, ¿de qué hablaría yo?
-¿Y yo?
-Muchas gracias, pero no. Ve anda-me acarició las manos.
-Como quieras-le sonreí y me di media vuelta.
Cuando llegué todos estaban sentados; los gemelos a ambos lados de papá; Sara se sentó al lado de su novio y mamá en el otro extremo de la mesa y yo, me senté al lado de Bill.
Como estaban hablando de lo suyo, me fijé en que faltaba alguien.
-¿Y Elia?
-Aquí estoy-apareció corriendo.
Cuando la vimos entrar todos abrimos mucho los ojos, la vi más guapa que nunca.
-Vaya hija, stasi guapísima-apuntó papá.
-Gracias papi. Hola a todos-dijo muy formal a la vez que se sentaba al lado de Sara.
Todos le sonrieron y como no, Tom desvió más de una vez la mirada hacia mi hermana que además de guapa iba muy, ¿destapada?
Rosa nos sirvió la comida. Las chicas no hablábamos para nada, solo ellos hablaron.
-Ya que hemos hablado de todo tipo de cosas, ¿por qué no me contáis cómo váis en el instituto?
-Bueno, Tom y yo solemos sacar siempre las mismas notas en todo: sobresalientes y eso-se sonrojó.
-Sí, no necesitamos mucho estudio para sacar esas notas-sonrió satisfecho.
-Oh, bien, bien-sonrió y se llevó su copa de vino a la boca-. ¿Váis juntos?-nos señaló a los cuatro.
-Sí papá-me adelanté a contestarle-, pero cuando voy a matemáticas ellos van a informática.
-¿No os van los números?
-Para nada-rieron.
-Pues a Giselle tampoco aunque, ahora que tiene un nuevo compañero de mesa…-intervino Elia.
Quise decir algo, pero no podía decir nada. Era verdad, Jeremy se sentaba a mi lado y estaba deseando pedirle ayuda.
-¿En serio? Según me dijiste no querías compañeros de asiento-comentó papá desconcertado.
-Ya, pero como es nuevo y no había otro asiento, el profesor me lo puso al lado-me expliqué.
-¿De dónde es?-preguntó mamá.
-De San Francisco-contesté.
-Y es negro-dijo mi hermana como quien no quiere la cosa, cosa que me fastidió y le dediqué una mirada fulminante.
-¿Cómo dices?-preguntó mi padre con una sonrisa dibujada en sus labios, como si lo que hubiera dicho fuese una broma de mal gusto.
-Sí, es negro-dijo entre dientes y muy orgullosa de tenerle a mi lado.
-Esto es insultante. Hablaré con tu profesor-me señaló, muy serio.
-No entiendo como han permitido que entre en un colegio como el nuestro-comentó Bill.
-Exactamente-coincidió su hermano y mi padre.
Estaba demasiado anonadada por lo que estaba oyendo que era incapaz de decir algo. ¿Estaban siendo racistas?
-¿Dónde está cayendo España? Y no me refiero a vosotros-los señaló-. Vosotros sois casi nuestros vecinos. Sois de nuestra Europa, Alemania es una gran país, pero, ¿qué vengan africanos y afro-americanos?-sacudió la cabeza para no recordar esa atrocidad.
Me estaba quedando, muy sorprendida. ¡Mi padre no podía estar diciendo eso! A quien yo idolatro, ¿un racista? Y lo mejor de todo es que mi propio novio estaba con el, que de Tom me lo esperaba, pero ¡de mi novio!
Me eché el pelo para atrás suspirando para tranquilizarme; miré al resto de la mesa y nadie decía nada.
-Papá, estamos en el siglo XXI y todos sabemos que somos iguales y que a cada país puede venir quien quiera-le dije en un tono enfadado.
-Cariño…
-Tu padre solo ha dado su opinión-le defendió Bill-. No deberías contestarle así, Giselle-Bill me hablaba como él, como si fuera mi padre.
Entre abrí la boca, aquello me estaba dejando sin habla.
Miré a mi madre en busca de ayuda, pero solo me miró haciendo una mueca como para que lo dejara estar.
Me mordí la lengua para no decir nada más y me levanté de ahí echa una furia.
-Ya he terminado-dije entre dientes.
-Te va a costar entenderla-oí decir a mi padre cuando salí del comedor y como no, las risas de continuación.
No sabía a que parte de la casa ir; solo sabía que mi padre me había defraudado con sus palabras. Los demás me daban igual, pero había sido él quien me había enseñado todo lo que sé de esta vida, y una de esas es a aprender a querer a todas las personas por igual.
Pero ahora que recuerdo, él no me dijo nada de eso…¿Conozco a mi padre?
Me paré apoyándome en la pared. Si pensaba más en aquello creo que iba a explotar.
Entonces oí unas risas, venían de la cocina.
-Y fue cuando me dice, ¿qué haces aquí?-contaba Óscar a los demás trabajadores entre risas hasta que se dieron cuenta de mi presencia-. ¿Qué haces aquí?-se puso en pie.
-Estoy algo cabreada, ¿puedo estar con vosotros?
-Ven aquí-me ofreció su asiento.
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TSUPDOAA
Bill Kaulitz es un chico que todo lo tiene, inteligente, atractivo, cariñoso... Junto a su hermano gemelo Tom y sus dos mejores amigos: Georg y Gustav, se van a embarcar en la aventura de pisar por primera vez la universidad donde se volveran locos por las...sí, las chicas.
Pero Bill queda embobado por una rubia pero lo que no sabe el es que tendrá que recurrir a su peor enemiga para poder conquistar su corazón.
La pregunta es, ¿conquistar el corazón de la rubia o el de su peor enemiga? ;D
Da click abajo para leer todos los capítulos ;)
Pero Bill queda embobado por una rubia pero lo que no sabe el es que tendrá que recurrir a su peor enemiga para poder conquistar su corazón.
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