BON: te quiero
Dicen que el amor no entiende de razas, distancias, sexo o edad. Pero, ¿realmente la sociedad esta preparada para ello? ¿Cómo alguien no puede aceptar el amor entre dos personas? ¿Por que entierran algo tan bonito en el olvido? ¿Cual seria la unica salida? Un amor destinado a la separacion...
-Gracias Amanda ;)
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Bienvenid@s!
Hola! Antes que nada, gracias por el simple hecho de entrar aquí. Aquí os pondré mis historias, mis pensamientos y siempre van a tener como protagonistas a los chicos de Tokio Hotel, aunque no siempre saldrán como tal.
Espero que os guste y que os divirtáis leyendo y pido una única cosa, en esta actual historia los cuatro chicos no son los protagonistas, es mi primera historia así, y me encantaría que a continuación me contárais que os parece.
Me alegraría muchísimo saber que cada visitante elige su opinión en la encuesta =)
Muchísimas gracias por vuestra atención, y espero, sigáis entrando ;)
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lunes, 29 de marzo de 2010
Capítulo 3. Jeremy
En este capítulo aparecen:
-¿Quieres algo?-me preguntó por tercera vez.
-Venga, vale-dije cansado de tantas veces que me lo preguntó.
-Lo sabía-se levantó-. De paso voy hacer una llamada, ¿pasa algo si te dejo aquí solito?-me acarició el rostro y yo me aparté.
-Mamá por favor, que no soy un crío-miré a todas partes a ver si alguien nos había visto.
-Oh, es verdad. Dísculpeme-le devolví la sonrisa y después se dio media vuelta.
La vi marchar y cuando ya estuvo lejos, volví a sacar el diario. Por donde me quedé.
Aquel chico de piel oscura y demasiado atractivo me dejó sin habla, además de que… estaba en mi sitio. No en mi sitio pero, las mesas estaban de dos en dos y en matemáticas me siento sola porque si me siento con alguién le preguntaré o me copiaré de sus ejercicios, cuando esto, tengo que sacarlo yo solita. Por muy guapo que sea el chico de mi lado…
-Giselle-sentí la voz de Isidro, el profesor, trás de mí.
-¿Sí?-pegué un salto, mirándolo.
-¿Qué haces de pie?
-Bueno, ¿por qué tengo compañero de asiento?
-El chico es nuevo y puesto que necesitas un poco de ayuda él te vendrá genial.
-Pero sabe que quiero estar sola-reclamé.
-Venga Giselle, tengo que empezar la clase-y dicho eso, no discutí con él porque no pude pensar en nada más. No fue porque yo quise, sino porque mi subconsciente quiso que me sentara inmediatamente al lado de él.
Mmmm, pude olerle desde mi asiento y me encantó el olor varonil de… ¿Cómo se llama? Me puse un poco nerviosa y noté como mis mejillas se encendían. Tendría que entablar una conversación, ante todo soy muy educada.
Lo miré por el rabillo del ojo; atendía o eso parecía al profesor mientras jugaba con el bolígrafo que estaba en sus manos. Eso era señal de que estaba nervioso… ¿por mí?
-Hola-me atreví a decir en un susurro.
-Hola-me contestó, algo tímido. Me encantó su voz un poco grave, pero muy dulce.
-¿Cómo te llamas?
-Jeremy Stones-precioso.
-Yo soy Giselle. Encantada-sonreí, nerviosa-. Eres el nuevo, ¿verdad? El de San Francisco.
-Sí-me sonrió y fue lo más bonito que he visto.
-Vaya, hablas muy bien el español-apunté.
-Mi padre sabía que vendríamos aquí tarde o temprano, por eso hizo que aprendiéramos español.
-Mmmm. ¿Hace mucho que vives aquí?
-El mes pasado-casi me derrito, me estaba mirando más de tres segundos seguido a los ojos-. Lo que pasa es que estábamos con la mudanza y esas cosas del cambio y no pude empezar como era debido.
-Y bueno, ¿a qué curso vas?-pregunté, más nerviosa todavía. Resulta que la clase de matemáticas está mezclada, los grupos del A con los del B; y espero que sea del B…
-Soy del A-mierda. Asentí con la cabeza.
Después, desvió la mirada hacia el profesor cosa que hice yo también pensando en que podría preguntarle más.
-¿Y por qué no quieres compañero?-me sorprendió que me hablara él, tardé en asimilar sus palabras.
-Pues porque, las mates no se me dan bien y no quiero que nadie me ayude así que, no te creas que porque te haya dejado que te sientes aquí voy a dejar que me ayudes-la sonrisa se le borró de la cara. Me di cuenta que mis palabras no fueron lo más amable y eso, debio de molestarle-. Lo siento, no quería hablarte así-me puse una mano en el pecho, sintiéndome culpable.
-No pasa nada-sonrió-. Pensé que por un momento me irías a pegar-reímos. Me mordí el labio inferior, avergonzada.
-Giselle, ¿por qué no os cayáis tú y tu compañero?-desvíamos la mirada.
-Lo siento profesor pero ya que está a mi lado y es nuevo, tendré que conocerle-me justifiqué.
-¿Y tiene que ser en mi clase?-callé y continuó con lo suyo.
No pude hablar más con él ya que Isidro nos mandó copiar unos apuntes que caían fijos en el examen.
Pero no pude dejar de mirarle por el rabillo del ojo. Me llamó tanto la atención, me… gusto tanto. Sí, y sé que está mal. Por Bill, pero Jeremy tiene algo que… Suspiré.
El timbre sonó.
-Hasta mañana-se despidió Isidro.
Mientras, veía como recogía sus cosas y ya no nos iríamos a ver hasta mañana. Por primera vez quiero a las matemáticas.
-Hey-Georg me dio por detrás.
-¿Qué tal?-me di media vuelta y vi también a Gustav.
Georg y Gustav van conmigo a mates también y ellos si coinciden con Jeremy en todas las clases…
-Te han puesto compi, ¿eh?-alzaba las cejas Gustav.
-Sí-fingí un resoplido-. Os lo presentaré-se me ocurrió-. Jeremy-se paró y vino hacia a mí-. Este es Georg y Gustav-se chocaron la mano.
-¿El de San Francisco?-señaló Georg.
-¿Todo el mundo sabe qué vengo de San Francisco?-sonrió vacilante.
-No pasan por aquí muchos americanos y menos…-se mordió la lengua. Todos comprendimos porque y nos sentimos incómodos.
-Y menos negros-continuó él, pero con una sonrisa amable-. No te preocupes-sacudió la cabeza-. Es la verdad, soy negro no puedo hacer otra cosa-rió y le acompañamos.
-¿Vas al B o al A?-preguntó Georg.
-Al B, como vosotros-me adelanté a contestar.
-¿Sabes el horario y esas cosas?
-Algo-achinó la mirada.
-Yo te lo dejo.
-Bueno chicos, os dejo que ahora me toca filosofía-resoplé.
-Hasta luego-me dijeron todos.
Me despedí de ellos no sin antes cruzar miradas con Jeremy. ¡¡Me derretía!! No entiendo porqué, nunca me había pasado. Si quiera con Bill…
-Preciosa-sentí en mi oreja izquierda. Bill me cogió por detrás rodéandome la cintura con sus brazos besándome la mejilla.
-Hey…-pude decir.
-¿Vamos a clase? Tenía ganas de estar contigo-me dio la vuelta para que estuviésemos cara con cara.
-Claro que sí-me acerqué un poco y rocé sus labios.
Nos cogimos de la mano y nos adelantamos a Sara y a Tom que al parecer, ya había arreglado lo suyo. Como siempre…
En clase, mientras toda la clase se entretenía con lo que podía, aburridos de escuchar al profe de filosofía, yo estaba sumida en mis pensamientos.
Jeremy me había impactado de tal manera que si mirada, no podía borrarla de mi mente. ¿Por qué del chico qué estoy enamorada no me ocurre? Entonces, llegué a la conclusión. ¿Y si de Bill no estoy enamorada realmente?
Lo miré por el rabillo del ojo. La verdad, es que no se como puedo pensar en estas cosas cuando acabo de conocer a Jeremy. A Bill lo conozco de toda la vida y somos el uno para el otro. Somos la pareja perfecta y Jeremy…
-El avión va a salir ya-mamá estaba a mi lado.
-¿Hace cuánto estás aquí?-pregunté con el ceño fruncido.
-Llevo aquí media hora. Te va interesando, ¿verdad?
-Mucho-dije después de asentir con la cabeza.
-Lo sé-agacho la mirada, triste-. Tenemos que irnos-se levantó aún mirando al suelo. Me dio las espaldas y cuando su ánimo estaba bien volvió a mirarme.
Doblé la esquina y volví a guardarlo en la mochila. Seguí a mamá y fuimos de inmediato a meternos en el avión.
Nos sentamos en el ala y dejé a mamá en la ventana para que disfrutara ella del paisaje, yo iba a estar leyendo todo el rato.
Mientras la gente entraba y se colocaban bien, podría haber seguido con el libro, pero no quería dejar a mamá tanto tiempo sola. Además de que necesito un poco de relajación para meterme bien en la historia.
Nos mandaron a abrocharnos el cinturón; el avión estaba casi al completo para que cerraran las puertas y despegar.
-¿Vas a leer todo el vuelo?
-Sí.
-Es largo…
-Lo sé, pero quiero hacerlo. ¿Te importa?
-Por supuesto que no-sacudió la cabeza-. Y si te preocupa dejarme sola para nada, me he traído trabajo-sacó unos papeles de su bolso y me sonrió.
Mi madre es periodista de una revista femenina, por eso tengo en mi habitación un cuadro lleno de fotos con famosas. Me encanta el trabajo de mi madre.
Los azafatos nos avisaron que pronto iríamos a despegar. La verdad es que estaba bastante nervioso; en mi vida he pisado un avión y encima estar tantas horas…
-¿Estás bien?-preguntó al ver que la mano me temblaba, y todo el cuerpo.
La miré un poco aterrado y sin decirle nada, me cogió de la mano y sentí como poco a poco me relajaba.
El avión arrancó motores y cogió una velocidad de vértigo; al despegar sentía que el estómago me iba a salir por la boca.
-Ya está-mamá me soltó de la mano para pasar a acariciar mi cara-. Ya estamos en el aire-suspiré y cerré los ojos, aliviado.
-Tendrías que haberme avisado de esto-repliqué.
-Lo siento-rió-. Bueno, voy a ponerme con esto. Si necesitas algo ya sabes.
-Sí, no te preocupes-me pasó su mano por mi cabeza después de sonreírme y clavó la mirada en sus papeles.
Cogí la mochila que dejè debajo del asiento y seguí leyendo por donde me quedé.
-¡¿En serio piensas eso?!-Sara reaccionó como si le hubiera confesado un crimen que había cometido-. La verdad no lo he visto, pero, pienso que debes de dejar de pensar en esas cosas. Ya tienes a Bill, que además de ser guapísimo, como su hermano, es encantador, te trata bien y siempre te da lo que le pides como…
-Como Tom, ¿no?-terminé la frase, aguantando una carcajada.
-Sé que no es el tío más perfecto del mundo-se puso seria-, pero le quiero. Y mucho.
-Y no te lo pongo en duda, pero has llegado a obsesionarte con él y pensar que nadie más que él te querrá. Que tienes que darle las gracias por que esté contigo. Y eso, no me parece nada bien-enarqué una ceja.
-Ya hemos hablado de esto. Quiero beber agua-desvió el tema.
En la fuente del patio nos encontramos a nuestros respectivos novios.
Como aún quedaban minutos para entrar a nuestra próxima clase, nos quedamos sentados en el banco aprovechando que hacia buen día.
-¿Ese es el nuevo?-preguntó Tom.
En cuanto escuché la palabra “nuevo” desvié rápidamente la mirada hacia donde la dirigía Tom, y efectivamente, Jeremy iba a pasar por nuestro lado.
Su andar era vacilante, como todos los raperos que yo conozco, incluyendo a Tom.
Pero a él, se le notaba que no era en plan “voy de chulo por la vida”; sino por, “quiero ser amable con todo el mundo“.
-Adiós-dijo, dedicándome una pequeña sonrisa.
-Adiós-le contesté igual, aguantándome las ganas de gritar.
-¿Lo conoces?-preguntó Tom, incrédulo. Todos esperaron mi respuesta, excepto Sara que ya la conocía y me sonreía divertida detrás de su novio, que no la viese.
-Sí, se sienta a mi lado en mates.
-Creía que no querías a nadie a tu lado-recordó Bill.
-¡Uy Bill! Que el negrito del África tropical nos quiere levantar la novia y ella no se queja-dijo riéndose.
-No seas idiota-le dedicó una mirada de enfado y Tom calló enseguida.
Después, Bill se giró para encontrarse con la mia, pidiendo explicaciones.
-Vale, el profesor me lo ha puesto ahí. Yo no quería que se pusiera a mi lado-en parte-. ¿Ya ibas hacer caso a tu hermano y dudar de mí?
-Eso no ha salido de mi boca.
-Pero me has pedido explicaciones con la mirada, ¿o no?-se quedó callado. Suficiente para mí.
No soy como Sara, por eso me levanté de un salto y fui directa a la clase con Bill pegado a mis pies.
Hasta que terminaron las clases no hablé con Bill. Pensé que tampoco había sido para tanto, además que no estoy yo como para enfadarme con él cuando soy yo la que piensa en otro chico. Jeremy…
Lo tenía que decir, me enamoré de su mirada, de sus labios, de su color… Me encantó.
-¡Giselle, vamos!-me gritó mi hermana al lado de Óscar y de nuestro coche.
-Tengo que irme-dije confusa por lo que acababa de confesar a mi fuero interno.
-Esta tarde te llamo. Te quiero-después de darme un intenso beso se dio media vuelta, al igual que yo.
-Vamos que es tarde-me decía Óscar, señalándome el reloj.
-Es que está con el novio. No puede despegarse de él-dijo mi hermana con sorna.
-Ya, será por eso, que lo tengo a el como novio-su rostro cambió y me miró con odio.
Me cerró la puerta en mis narices. Suspiré y volvi a abrirla, pero antes de entrar miré detrás de mi. Tenía la sensación que alguien me miraba y entonces lo vi a él que se giró bruscamente al ver que le había visto. Sonreí para mí y me metí en el coche.
-¿Qué tal el día?
-Como siempre. Hoy me han vuelto a expulsar de clase-dijo mi hermana, sonriendo con orgullo.
Teníamos esa confianza con Óscar, podíamos contarle cualquier cosa que no nos atreviéramos con nuestros padres. Él quedaría como una tumba.
-Ah, pues sigue así Elia. Verás como todo te saldrá bien.
-No ha sido mi culpa. La tía me ha dicho con malos modales que tirase el chicle. Entonces, yo le he respondido de la misma manera.
-No quiero ni saberlo-sacudió la cabeza-. ¿Y tú Giselle?
-Bien-me encogí de hombros-. Me han puesto a un chico a mi lado en matemáticas.
-¿Y eso?-preguntaron los dos, sorprendidos.
-Pues el chico es nuevo, y dice que me vendrá bien-sonreí, al recordarle.
-¡Oh! ¿Es el chico negro?-preguntó Elia, emocionada por averiguarlo.
-Sí, es ese chico de color-pensé que esa manera era más apropiada.
-¿Y es simpático? Para mi parecer es un chico tímido, no lo he visto hablar con nadie. Solo con sus cascos puestos. ¿Y sabes qué? Me recuerda a Tom, no se porqué…-comenzó a hablar para sí.
-El chico acaba de llegar, ¿cómo quieres que hable con todo el mundo? Poco a poco.
-¿Cómo se llama?-quiso saber Óscar.
-Jeremy-contesté, con una media sonrisa.
-Bueno, hasta el sábado chicas-nos dijo una vez aparcados frente a casa.
-¿Cómo que hasta el sábado?-preguntamos con el ceño fruncido.
-Vuestro padre me ha dado la tarde libre y mañana-nos guiñó el ojo.
-Me alegro. ¿Vas hacer algo con Leonor?-quise saber.
Para mi ellos son de la familia y me preocupo por ellos.
-La llevaré esta noche a un restaurante cerca de la playa aprovechando el buen tiempo.
-Eso es genial-mi hermana y yo sonreímos-. Que os lo paséis bien-Elia abrió la puerta y bajo del coche despidiéndose con la mano.
-Gracias.
-Lo mismo digo. Dale recuerdos de mi parte-rocé su mano.
-Se los daré-me sonrió dulcemente y me bajé del coche.
Al entrar dejé mis cosas en el hall para luego ir al comedor donde nos esperaba, como siempre, nuestra madre.
-Hola mamá-besé su mejilla. Elia ya se había sentado a esperar la comida-. ¿Papá tampoco viene a comer hoy?
-Que va-negó con la cabeza-. Lo siente mucho.
-Es igual-dijo Elia.
-¿Esta tarde váis a hacer algo?
-He quedado con Evelyn, tenemos que hacer un trabajo-dijo con desgana.
-Yo no lo sé. He quedado en que me llamará Bill, no sé que haremos después-resopló Elia.
-Ah-me sonrió-. Me gustaría que para el domingo no hiciérais planes. Quiero llevaros a una exposición que da el sobrino de mi amiga Marta.
-Por mi bien-dije y miramos a mi hermana.
-Vale, por mí también-acto seguido se llevó su vaso a sus labios.
-¿Quieres algo?-me preguntó por tercera vez.
-Venga, vale-dije cansado de tantas veces que me lo preguntó.
-Lo sabía-se levantó-. De paso voy hacer una llamada, ¿pasa algo si te dejo aquí solito?-me acarició el rostro y yo me aparté.
-Mamá por favor, que no soy un crío-miré a todas partes a ver si alguien nos había visto.
-Oh, es verdad. Dísculpeme-le devolví la sonrisa y después se dio media vuelta.
La vi marchar y cuando ya estuvo lejos, volví a sacar el diario. Por donde me quedé.
Aquel chico de piel oscura y demasiado atractivo me dejó sin habla, además de que… estaba en mi sitio. No en mi sitio pero, las mesas estaban de dos en dos y en matemáticas me siento sola porque si me siento con alguién le preguntaré o me copiaré de sus ejercicios, cuando esto, tengo que sacarlo yo solita. Por muy guapo que sea el chico de mi lado…
-Giselle-sentí la voz de Isidro, el profesor, trás de mí.
-¿Sí?-pegué un salto, mirándolo.
-¿Qué haces de pie?
-Bueno, ¿por qué tengo compañero de asiento?
-El chico es nuevo y puesto que necesitas un poco de ayuda él te vendrá genial.
-Pero sabe que quiero estar sola-reclamé.
-Venga Giselle, tengo que empezar la clase-y dicho eso, no discutí con él porque no pude pensar en nada más. No fue porque yo quise, sino porque mi subconsciente quiso que me sentara inmediatamente al lado de él.
Mmmm, pude olerle desde mi asiento y me encantó el olor varonil de… ¿Cómo se llama? Me puse un poco nerviosa y noté como mis mejillas se encendían. Tendría que entablar una conversación, ante todo soy muy educada.
Lo miré por el rabillo del ojo; atendía o eso parecía al profesor mientras jugaba con el bolígrafo que estaba en sus manos. Eso era señal de que estaba nervioso… ¿por mí?
-Hola-me atreví a decir en un susurro.
-Hola-me contestó, algo tímido. Me encantó su voz un poco grave, pero muy dulce.
-¿Cómo te llamas?
-Jeremy Stones-precioso.
-Yo soy Giselle. Encantada-sonreí, nerviosa-. Eres el nuevo, ¿verdad? El de San Francisco.
-Sí-me sonrió y fue lo más bonito que he visto.
-Vaya, hablas muy bien el español-apunté.
-Mi padre sabía que vendríamos aquí tarde o temprano, por eso hizo que aprendiéramos español.
-Mmmm. ¿Hace mucho que vives aquí?
-El mes pasado-casi me derrito, me estaba mirando más de tres segundos seguido a los ojos-. Lo que pasa es que estábamos con la mudanza y esas cosas del cambio y no pude empezar como era debido.
-Y bueno, ¿a qué curso vas?-pregunté, más nerviosa todavía. Resulta que la clase de matemáticas está mezclada, los grupos del A con los del B; y espero que sea del B…
-Soy del A-mierda. Asentí con la cabeza.
Después, desvió la mirada hacia el profesor cosa que hice yo también pensando en que podría preguntarle más.
-¿Y por qué no quieres compañero?-me sorprendió que me hablara él, tardé en asimilar sus palabras.
-Pues porque, las mates no se me dan bien y no quiero que nadie me ayude así que, no te creas que porque te haya dejado que te sientes aquí voy a dejar que me ayudes-la sonrisa se le borró de la cara. Me di cuenta que mis palabras no fueron lo más amable y eso, debio de molestarle-. Lo siento, no quería hablarte así-me puse una mano en el pecho, sintiéndome culpable.
-No pasa nada-sonrió-. Pensé que por un momento me irías a pegar-reímos. Me mordí el labio inferior, avergonzada.
-Giselle, ¿por qué no os cayáis tú y tu compañero?-desvíamos la mirada.
-Lo siento profesor pero ya que está a mi lado y es nuevo, tendré que conocerle-me justifiqué.
-¿Y tiene que ser en mi clase?-callé y continuó con lo suyo.
No pude hablar más con él ya que Isidro nos mandó copiar unos apuntes que caían fijos en el examen.
Pero no pude dejar de mirarle por el rabillo del ojo. Me llamó tanto la atención, me… gusto tanto. Sí, y sé que está mal. Por Bill, pero Jeremy tiene algo que… Suspiré.
El timbre sonó.
-Hasta mañana-se despidió Isidro.
Mientras, veía como recogía sus cosas y ya no nos iríamos a ver hasta mañana. Por primera vez quiero a las matemáticas.
-Hey-Georg me dio por detrás.
-¿Qué tal?-me di media vuelta y vi también a Gustav.
Georg y Gustav van conmigo a mates también y ellos si coinciden con Jeremy en todas las clases…
-Te han puesto compi, ¿eh?-alzaba las cejas Gustav.
-Sí-fingí un resoplido-. Os lo presentaré-se me ocurrió-. Jeremy-se paró y vino hacia a mí-. Este es Georg y Gustav-se chocaron la mano.
-¿El de San Francisco?-señaló Georg.
-¿Todo el mundo sabe qué vengo de San Francisco?-sonrió vacilante.
-No pasan por aquí muchos americanos y menos…-se mordió la lengua. Todos comprendimos porque y nos sentimos incómodos.
-Y menos negros-continuó él, pero con una sonrisa amable-. No te preocupes-sacudió la cabeza-. Es la verdad, soy negro no puedo hacer otra cosa-rió y le acompañamos.
-¿Vas al B o al A?-preguntó Georg.
-Al B, como vosotros-me adelanté a contestar.
-¿Sabes el horario y esas cosas?
-Algo-achinó la mirada.
-Yo te lo dejo.
-Bueno chicos, os dejo que ahora me toca filosofía-resoplé.
-Hasta luego-me dijeron todos.
Me despedí de ellos no sin antes cruzar miradas con Jeremy. ¡¡Me derretía!! No entiendo porqué, nunca me había pasado. Si quiera con Bill…
-Preciosa-sentí en mi oreja izquierda. Bill me cogió por detrás rodéandome la cintura con sus brazos besándome la mejilla.
-Hey…-pude decir.
-¿Vamos a clase? Tenía ganas de estar contigo-me dio la vuelta para que estuviésemos cara con cara.
-Claro que sí-me acerqué un poco y rocé sus labios.
Nos cogimos de la mano y nos adelantamos a Sara y a Tom que al parecer, ya había arreglado lo suyo. Como siempre…
En clase, mientras toda la clase se entretenía con lo que podía, aburridos de escuchar al profe de filosofía, yo estaba sumida en mis pensamientos.
Jeremy me había impactado de tal manera que si mirada, no podía borrarla de mi mente. ¿Por qué del chico qué estoy enamorada no me ocurre? Entonces, llegué a la conclusión. ¿Y si de Bill no estoy enamorada realmente?
Lo miré por el rabillo del ojo. La verdad, es que no se como puedo pensar en estas cosas cuando acabo de conocer a Jeremy. A Bill lo conozco de toda la vida y somos el uno para el otro. Somos la pareja perfecta y Jeremy…
-El avión va a salir ya-mamá estaba a mi lado.
-¿Hace cuánto estás aquí?-pregunté con el ceño fruncido.
-Llevo aquí media hora. Te va interesando, ¿verdad?
-Mucho-dije después de asentir con la cabeza.
-Lo sé-agacho la mirada, triste-. Tenemos que irnos-se levantó aún mirando al suelo. Me dio las espaldas y cuando su ánimo estaba bien volvió a mirarme.
Doblé la esquina y volví a guardarlo en la mochila. Seguí a mamá y fuimos de inmediato a meternos en el avión.
Nos sentamos en el ala y dejé a mamá en la ventana para que disfrutara ella del paisaje, yo iba a estar leyendo todo el rato.
Mientras la gente entraba y se colocaban bien, podría haber seguido con el libro, pero no quería dejar a mamá tanto tiempo sola. Además de que necesito un poco de relajación para meterme bien en la historia.
Nos mandaron a abrocharnos el cinturón; el avión estaba casi al completo para que cerraran las puertas y despegar.
-¿Vas a leer todo el vuelo?
-Sí.
-Es largo…
-Lo sé, pero quiero hacerlo. ¿Te importa?
-Por supuesto que no-sacudió la cabeza-. Y si te preocupa dejarme sola para nada, me he traído trabajo-sacó unos papeles de su bolso y me sonrió.
Mi madre es periodista de una revista femenina, por eso tengo en mi habitación un cuadro lleno de fotos con famosas. Me encanta el trabajo de mi madre.
Los azafatos nos avisaron que pronto iríamos a despegar. La verdad es que estaba bastante nervioso; en mi vida he pisado un avión y encima estar tantas horas…
-¿Estás bien?-preguntó al ver que la mano me temblaba, y todo el cuerpo.
La miré un poco aterrado y sin decirle nada, me cogió de la mano y sentí como poco a poco me relajaba.
El avión arrancó motores y cogió una velocidad de vértigo; al despegar sentía que el estómago me iba a salir por la boca.
-Ya está-mamá me soltó de la mano para pasar a acariciar mi cara-. Ya estamos en el aire-suspiré y cerré los ojos, aliviado.
-Tendrías que haberme avisado de esto-repliqué.
-Lo siento-rió-. Bueno, voy a ponerme con esto. Si necesitas algo ya sabes.
-Sí, no te preocupes-me pasó su mano por mi cabeza después de sonreírme y clavó la mirada en sus papeles.
Cogí la mochila que dejè debajo del asiento y seguí leyendo por donde me quedé.
-¡¿En serio piensas eso?!-Sara reaccionó como si le hubiera confesado un crimen que había cometido-. La verdad no lo he visto, pero, pienso que debes de dejar de pensar en esas cosas. Ya tienes a Bill, que además de ser guapísimo, como su hermano, es encantador, te trata bien y siempre te da lo que le pides como…
-Como Tom, ¿no?-terminé la frase, aguantando una carcajada.
-Sé que no es el tío más perfecto del mundo-se puso seria-, pero le quiero. Y mucho.
-Y no te lo pongo en duda, pero has llegado a obsesionarte con él y pensar que nadie más que él te querrá. Que tienes que darle las gracias por que esté contigo. Y eso, no me parece nada bien-enarqué una ceja.
-Ya hemos hablado de esto. Quiero beber agua-desvió el tema.
En la fuente del patio nos encontramos a nuestros respectivos novios.
Como aún quedaban minutos para entrar a nuestra próxima clase, nos quedamos sentados en el banco aprovechando que hacia buen día.
-¿Ese es el nuevo?-preguntó Tom.
En cuanto escuché la palabra “nuevo” desvié rápidamente la mirada hacia donde la dirigía Tom, y efectivamente, Jeremy iba a pasar por nuestro lado.
Su andar era vacilante, como todos los raperos que yo conozco, incluyendo a Tom.
Pero a él, se le notaba que no era en plan “voy de chulo por la vida”; sino por, “quiero ser amable con todo el mundo“.
-Adiós-dijo, dedicándome una pequeña sonrisa.
-Adiós-le contesté igual, aguantándome las ganas de gritar.
-¿Lo conoces?-preguntó Tom, incrédulo. Todos esperaron mi respuesta, excepto Sara que ya la conocía y me sonreía divertida detrás de su novio, que no la viese.
-Sí, se sienta a mi lado en mates.
-Creía que no querías a nadie a tu lado-recordó Bill.
-¡Uy Bill! Que el negrito del África tropical nos quiere levantar la novia y ella no se queja-dijo riéndose.
-No seas idiota-le dedicó una mirada de enfado y Tom calló enseguida.
Después, Bill se giró para encontrarse con la mia, pidiendo explicaciones.
-Vale, el profesor me lo ha puesto ahí. Yo no quería que se pusiera a mi lado-en parte-. ¿Ya ibas hacer caso a tu hermano y dudar de mí?
-Eso no ha salido de mi boca.
-Pero me has pedido explicaciones con la mirada, ¿o no?-se quedó callado. Suficiente para mí.
No soy como Sara, por eso me levanté de un salto y fui directa a la clase con Bill pegado a mis pies.
Hasta que terminaron las clases no hablé con Bill. Pensé que tampoco había sido para tanto, además que no estoy yo como para enfadarme con él cuando soy yo la que piensa en otro chico. Jeremy…
Lo tenía que decir, me enamoré de su mirada, de sus labios, de su color… Me encantó.
-¡Giselle, vamos!-me gritó mi hermana al lado de Óscar y de nuestro coche.
-Tengo que irme-dije confusa por lo que acababa de confesar a mi fuero interno.
-Esta tarde te llamo. Te quiero-después de darme un intenso beso se dio media vuelta, al igual que yo.
-Vamos que es tarde-me decía Óscar, señalándome el reloj.
-Es que está con el novio. No puede despegarse de él-dijo mi hermana con sorna.
-Ya, será por eso, que lo tengo a el como novio-su rostro cambió y me miró con odio.
Me cerró la puerta en mis narices. Suspiré y volvi a abrirla, pero antes de entrar miré detrás de mi. Tenía la sensación que alguien me miraba y entonces lo vi a él que se giró bruscamente al ver que le había visto. Sonreí para mí y me metí en el coche.
-¿Qué tal el día?
-Como siempre. Hoy me han vuelto a expulsar de clase-dijo mi hermana, sonriendo con orgullo.
Teníamos esa confianza con Óscar, podíamos contarle cualquier cosa que no nos atreviéramos con nuestros padres. Él quedaría como una tumba.
-Ah, pues sigue así Elia. Verás como todo te saldrá bien.
-No ha sido mi culpa. La tía me ha dicho con malos modales que tirase el chicle. Entonces, yo le he respondido de la misma manera.
-No quiero ni saberlo-sacudió la cabeza-. ¿Y tú Giselle?
-Bien-me encogí de hombros-. Me han puesto a un chico a mi lado en matemáticas.
-¿Y eso?-preguntaron los dos, sorprendidos.
-Pues el chico es nuevo, y dice que me vendrá bien-sonreí, al recordarle.
-¡Oh! ¿Es el chico negro?-preguntó Elia, emocionada por averiguarlo.
-Sí, es ese chico de color-pensé que esa manera era más apropiada.
-¿Y es simpático? Para mi parecer es un chico tímido, no lo he visto hablar con nadie. Solo con sus cascos puestos. ¿Y sabes qué? Me recuerda a Tom, no se porqué…-comenzó a hablar para sí.
-El chico acaba de llegar, ¿cómo quieres que hable con todo el mundo? Poco a poco.
-¿Cómo se llama?-quiso saber Óscar.
-Jeremy-contesté, con una media sonrisa.
-Bueno, hasta el sábado chicas-nos dijo una vez aparcados frente a casa.
-¿Cómo que hasta el sábado?-preguntamos con el ceño fruncido.
-Vuestro padre me ha dado la tarde libre y mañana-nos guiñó el ojo.
-Me alegro. ¿Vas hacer algo con Leonor?-quise saber.
Para mi ellos son de la familia y me preocupo por ellos.
-La llevaré esta noche a un restaurante cerca de la playa aprovechando el buen tiempo.
-Eso es genial-mi hermana y yo sonreímos-. Que os lo paséis bien-Elia abrió la puerta y bajo del coche despidiéndose con la mano.
-Gracias.
-Lo mismo digo. Dale recuerdos de mi parte-rocé su mano.
-Se los daré-me sonrió dulcemente y me bajé del coche.
Al entrar dejé mis cosas en el hall para luego ir al comedor donde nos esperaba, como siempre, nuestra madre.
-Hola mamá-besé su mejilla. Elia ya se había sentado a esperar la comida-. ¿Papá tampoco viene a comer hoy?
-Que va-negó con la cabeza-. Lo siente mucho.
-Es igual-dijo Elia.
-¿Esta tarde váis a hacer algo?
-He quedado con Evelyn, tenemos que hacer un trabajo-dijo con desgana.
-Yo no lo sé. He quedado en que me llamará Bill, no sé que haremos después-resopló Elia.
-Ah-me sonrió-. Me gustaría que para el domingo no hiciérais planes. Quiero llevaros a una exposición que da el sobrino de mi amiga Marta.
-Por mi bien-dije y miramos a mi hermana.
-Vale, por mí también-acto seguido se llevó su vaso a sus labios.
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TSUPDOAA
Bill Kaulitz es un chico que todo lo tiene, inteligente, atractivo, cariñoso... Junto a su hermano gemelo Tom y sus dos mejores amigos: Georg y Gustav, se van a embarcar en la aventura de pisar por primera vez la universidad donde se volveran locos por las...sí, las chicas.
Pero Bill queda embobado por una rubia pero lo que no sabe el es que tendrá que recurrir a su peor enemiga para poder conquistar su corazón.
La pregunta es, ¿conquistar el corazón de la rubia o el de su peor enemiga? ;D
Da click abajo para leer todos los capítulos ;)
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