BON: te quiero

Dicen que el amor no entiende de razas, distancias, sexo o edad. Pero, ¿realmente la sociedad esta preparada para ello? ¿Cómo alguien no puede aceptar el amor entre dos personas? ¿Por que entierran algo tan bonito en el olvido? ¿Cual seria la unica salida? Un amor destinado a la separacion...

-Gracias Amanda ;)



Bienvenid@s!

Hola! Antes que nada, gracias por el simple hecho de entrar aquí. Aquí os pondré mis historias, mis pensamientos y siempre van a tener como protagonistas a los chicos de Tokio Hotel, aunque no siempre saldrán como tal.
Espero que os guste y que os divirtáis leyendo y pido una única cosa, en esta actual historia los cuatro chicos no son los protagonistas, es mi primera historia así, y me encantaría que a continuación me contárais que os parece.
Me alegraría muchísimo saber que cada visitante elige su opinión en la encuesta =)
Muchísimas gracias por vuestra atención, y espero, sigáis entrando ;)

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domingo, 28 de marzo de 2010

Capítulo 2. Matemáticas.

En este capítulo aparecen:




-Arriba dormilón-la luz del sol que entraba por mi ventana al abrirse las cortinas me despertaron

-¿Qué hora es?-murmuré, restregándome los ojos. Cuando los abrí vi a mi madre sonriente, ya arreglada y con su perfume peculiar que tanto me gustaba.

-Las siete de la mañana, querido. Tenemos un avión que coger y aún tienes que preparar la maleta-puso sus brazos en jarra, frente a mí-. Solamente llevaremos una, en mi habitación está. Prepárala mientras yo hago el desayuno, ¿de acuerdo?

-Sí-dije entre dientes. Ella me guiñó un ojo y se marchó.

Estirando mis músculos engarrotados, bajé mis piernas quedándome en pie; abrí el armario y saqué la ropa que iría a necesitar para este fin de semana apartando la ropa que me pondría hoy.

A continuación, fui a la habitación de mi madre, completamente ordenada, y cogí la maleta que se hallaba sobre su cama para llevármela a mi desordenada habitación.

Después de haberla metido y arreglar mi habitación, bajé a la cocina que me llevaba hacia ella el olor de unos huevos revueltos con bacon, mi madre si sabía alimentarme bien.

-¿Ya lo tienes todo?-me preguntó sirviéndose una taza de café.

-Sí-me senté y fui directo a acabar con lo que había en mi plato.

-Y, ¿libros también?

-¿Mmm?-murmuré con la boca llena.

-Sí, alguien me ha dicho que la semana que viene tienes un examen de… matematicas-sonrió divertida llevándose su taza a la boca.

-Jake-susurré maldiciéndole-. ¿Ha estado aquí?

-Ajá. Se nos olvidó avisarle que no irías a la escuela y ha venido a buscarte y de paso, me ha contado eso.

-Que sepas que ya no es mi amigo. Se puede dar por muerto-dije entre dientes.

-Tranquilo-rió-. Yo te ayudaré. Además, a tu abuelo Josh si algo se le da bien son las matemáticas.

-Vamos, que no me salvaré de las matemáticas.

-No. ¿Has acabado?-se miró la hora.

-Me queda un…poco-dije con la boca llena intentando masticar rápido.

-Déjatelo, luego te compro algo si tienes más hambre. Llegamos tarde y aún tienes que meter el libro. Venga.

-Está bien-dije a regañadientes bajándome del taburete.

-He dicho rápido-chasqueé la lengua y corriendo subí las escaleras.

Busqué el libro de las asquerosas matemáticas y lo metí en mi mochila junto a mi iPod y mi Nintendo DS que estaba sobre mi escritorio. Al cogerlo, tiré algo. Me agaché y puse los ojos en blanco. Me había olvidado completamente del diario. Lo metí en la mochila y acto seguido la cerré.

-El taxi llegará en un par de minutos-mamá se asomó por la puerta.

-Vale, me pongo las zapatillas y bajo. No metas más prisa-repliqué.

-¿Estás replicando a tu madre?-se cruzó de brazos. Me quedé callado, pensando en que decirle ya que no sabía si estaba de broma o era de verdad.

-Sí-sonó más como una pregunta.

Mamá vino hacia a mí, muy seria.

-Sabes lo que significa eso-enarcó una ceja y esbozó una media sonrisa. Cosa que significaba…

-Cosquillas no-me alejé de ella yendo hacia mi cama.

-¿Cómo qué no?-saltó por encima de ella y me agarró por la camiseta-. ¿Ves lo qué pasa por llevar camisetas más grandes? Te agarro fácilmente-me empujó y caímos.

-No mamá, que tengo 12 años ya-reproché, intentando quitar sus manos del costado y aguantando la risa.

-Oh, perdone. No sabía que hablaba con señor Jeremy Junior.

-No… me pienso… reír-apreté mucho los dientes, pero fue imposible. Sin quererlo exploté a carcajada limpia.

-¿Y eso qué ha sido? ¿Un escape de gas?-rió ella también.

-Por hacer tanta fuerza-me reí aún más.

-Oh Dios mío J.J-se levantó de un salto con cara de asco.

-Eso te pasa por jugar a lo que no quiero-me tumbé y puse mis manos por detrás de mi cabeza.

Mamá iba a contestar, pero el sonido de un coche la interrumpió.

-El taxi ya está aquí. Ventila esto antes-abrió la ventana y se fue por la puerta.

Me incorporé buscando mis zapatillas; mamá ya había bajado, escuché el sonido de la maleta caerse. Propio de ella.

-Yo no me he caído, ha sido la maleta-escuché su voz tranquilizadora. Sacudí la cabeza sonriendo.

Me coloqué la mochila en la espalda, me percaté de que todo estaba bien y cerré la puerta.

***

Como había atasco y el aeropuerto quedaba en la otra punta de la ciudad, pensé que ahora podía leer aunque fuera un poco.

-No preguntes nada ni pienses nada hasta que lo leas-dijo con la mirada fija en el paisaje.

-Claro-dije en un hilo de voz.

Sin perder más el tiempo, empecé a leer.

Tan solo llevaba dos meses de instituto y ya estaba deseando que acabase. Como un adolescente normal, lo odio; tener que levantarse temprano para estar seis horas aguantando lo que el profesor dice… es horroroso. Por suerte, mi querido novio Bill, va a ese infierno conmigo y eso hace que me sea más ameno.

-¿Estás lista?-mi hermana Elia entró con desgana-. Papá dice que bajemos a desayunar ya.

-Ahora bajo.

Al irse, volví a mirarme en el espejo para ver si estaba mona. Y sí, perfecta. Sonreí para mí.

Cogí mi mochila y bajé las escaleras para ir al comedor, donde me esperaba mi querido padre, Fernando; mi madre Susana; y la ya antes nombrada, Elia.

-Buenos días-me acerqué a mis padres y les di un beso en la mejilla.

-Buenos días hija-me sonrió papá-. ¿Cómo te fue el examen de matemáticas?-resoplé. Las matemáticas se me daban fatal.

-Ya sabes que pongo todo mi empeño, pero los malditos números pueden conmigo-bufé.

-Seguro que puedes con ella-mamá me sonrió dulcemente.

-Claro, ¿por qué qué se le da mal a Giselle?-dijo Elia con sorna.

-Perdona Elia si me tienes un poquito de envidia-achiné la mirada, sonriendo.

-¿Cómo dices?-dijo en una carcajada.

Lo cierto, es que era cierto. Mi hermana pequeña no soportaba que mis padres hicieran más caso a la primogénita buena, que a la sequela rebelde. Y lo que más rabia le da de mi, es que su amor sea mi novio. Vive enamorada de Bill y aunque no quiero restregárselo porque es mi hermana, ella siempre me da los motivos para hacerlo.

-No empecemos chicas, salid ya que Óscar os estará esperando fuera-dijo papá, serio.

-Ha empezado ella-dijo levantándose dedicándome una mirada fría.

-¿Cómo qué yo?-dije incrédula acercándome a ella y pegándole un empujón.

-No te atrevas…-se mordió la lengua.

-¿Cómo que no? Sé tu punto débil-sonreí divertida.

-No, Giselle. Por favor-se cubrió la barriga.

-Tú lo has querido-hice fuerza para quitarle las manos y empecé a hacerle cosquillas.

Aunque nos pelearamos, también teníamos nuestros buenos momentos. Eran pocos sí, pero al menos habían y ella sabe que la quiero.

-¡Para!-se apartó de mí sin quitar la sonrisa de su cara colocándose el pelo bien-. Que tienes diceciséis años, compórtate-y acto seguido fue hacia la puerta con la cabeza bien alta.

-Hasta luego-me despedí de mis padres.

Como dijo papá, Óscar nos esperaba con nuestro Audi Q7 listo para llevarnos a nuestro instituto privado.

-Buenos días Óscar, ¿qué tal tu mujer?

-Preguntándome cuando voy a llevarla al psicólogo-bromeó.

Óscar era nuestro chófer. Sí, colegio privado, chófer, sirvientas para una casa grandísima… Todo viene del trabajo de mi padre, uno de los grandes accionistas en las empresas de Valencia. ¿Somos ricos? Puede decirse que sí.

-Que tengáis buen día.

-Gracias-dijimos al unísono a la vez que bajábamos del coche.

Como todos los días, a las puertas del instituto, Bill me esperaba con su peculiar sonrisa y detrás de él, su gemelo y mi mejor amiga Sara.

Bill y Tom eran muy distintos aunque iguales en todo; yo me quedé con el gemelo romántico y buenazo, y Sara con el chulito y perverso de turno.

-Hola-susurré acercándome a él para darle el beso de los buenos días.

-Giselle, vas a acabar conmigo. ¿Cómo puedes venir cada día más guapa?-sonrió, mostrando sus perfectos dientes.

-Calla-volví a besarle.

-Por favor no hagáis que vomite-dijo mi hermana pasando por nuestro lado.

-Buenos días a ti también, Elia-dijo Bill-. Pobre de tu hermana-junto sus labios con los míos hasta que sonó el timbre. Bufamos los cuatro.

-¿Qué tienes ahora?-pregunté acercándonos a Tom y a Sara.

-Informática con estos dos. Te podaria haber elegido esa.

-Lo siento, ya sabes que mi padre está empeñado en que estudie mates-hice una mueca.

-¿No sabes Bill que vas a tener una novia que estudiará ingeniería?-dijo Sara, sin despegarse de los brazos de Tom.

-Mmm, ya tienes quien te mantendrá-saltó Tom.

-Ya sabes que no voy a ser como tú-se defendió.

-Claro porque yo, soy un chico listo-puso su dedo índice en su sien y acto seguido besó a su novia.

-Vayámonos a clase-murmuré.

-Eh, ¿sabéis que ha venido un chico nuevo?-nos comentó Sara mientras andábamos-. Dicen que viene de San Francisco-alzó sus cejas.

-¿Y eso te gusta?-dijo Tom, serio.

-¿Qué? No he dicho nada que diga que me gusta-tartamudeó.

-Vale. Porque si quieres te lo presento y que le den a los alemanes que viven en España, ¿no?-se fue, furioso.

-Tom no seas idiota-fue detrás de él.

Sara tenía un grandísimo problema; estaba enamorado del tío más imbécil que puede haber en el planeta. Tom, a diferencia de Bill, era muy celoso, tanto que no dejaba que Sara se acercara ni a su primo. Mientras que él, podía tontear con quien quiera y que a Sara, ni se le ocurriese protestar.

-Tu hermano es un auténtico capullo-tuve que decirle.

-Lo sé. Ya se lo he dicho veces, pero sabes como es de cabezota. Aunque la culpa también la tiene ella por ir siempre detrás.

-Y eso es lo que más rabia me da. Menos mal que tú no eres así-rodeé su cuello con mis brazos.

-Claro que no-me besó en los labios-. Nos vemos luego.
-Adiós-le despedí con una de mis mejores sonrisas.

Ya llegaba un poco tarde y fui corriendo hacia la clase que tanto me gustaba…

Abrí la puerta de golpe y toda la clase se me quedó mirando.

-Adelante, Giselle-me dijo el profesor mirándome por encima de las gafas.

-Siento el retraso-me disculpé. Deduje que no había explicado nada ya que aún seguía sentado.

Pasando desapercivida, fui directa a mi asiento. Fue cuando me quedé ahí parada con la boca entre abierta. Era la primera vez que le vi. Me dio un vuelco el corazón cuando se encontró con mi mirada…

-J.J-la voz de mi madre me impidió seguir leyendo-. Hemos llegado.

Alcé la vista y estábamos parados frente al aeropuerto con el conductor fuera sacándonos la maleta.

Doblé la esquina de la página donde me quedé y volví a guardarlo en mi mochila.

Como me había dicho mi madre, no pensé en nada de lo que leí, no le daría vueltas a la cabeza. Solo esperaría a terminarlo.

-Buenos días. Tenía reservado dos billetes para Valencia a nombre de Giselle Stones-dijo a la vez que sacaba nuestros pasaportes.

-En seguida-dijo aquella azafata de pelo corto negro-. ¿Se lleva al hijo de su amiga de fin de semana?-preguntó, con mucho interés y alegría.

Enarqué una ceja, sabía perfectamente la reacción que tendría mi madre. No es la primera vez que insinúan o dan por hecho que no soy hijo de ella.

Mamá fingió una sonrisa y noté desde detrás suya como se encendia.

-La verdad es que es mi hijo.

La azafata puso los ojos en blanco bajando la vista hacia el ordenador.

-Oh, es usted…

-¿Blanca?-la interrumpió. Me estaba aguantando la risa.

-No, no-dijo rápidamente, nerviosa-. Quería decir… joven.

-Ya, es lo que tiene ir con 16 años abriéndote a cualquier hombre que encuentres. Y al final acabas con una barriga sin saber quien es el padre-me miró-. ¿A qué si querido? ¿A qué ya no te importa que mamá lo siga haciendo?

-No que va. Mi madre es muy liberal-me puse serio por poco tiempo, tuve que darme media vuelta. Ver a mi madre así es muy gracioso y sobre todo, la cara de ésta señora.

-Y ahora querida, porqué no nos das nuestros billetes y dejas de entrometerte donde no te llaman-seguía con una sonrisa de oreja a oreja algo falsa.

-Claro-se puso inmediatamente con lo suyo, muerta de la vergüenza por lo que veo, y le dio los billetes-. Señora…

-Señorita.

-Señorita, no tenía intención de…

-Lo sé-volvió a interrumpirla-. Vámonos J.J-se dio media vuelta con la cabeza alta y yo la seguí-. Mira porque estás tu delante si no es que…

-Mamá. Tranquila, no es la primera vez que nos pasa. Y me encanta verte así, me haces reír mucho.

-Es que odio tanto a estas personas-me tocó la mejilla-. Qué les importará a ellos.

-Nada, pero bueno, así va el mundo.

-Venga, vamos para la puerta-posó su mano por mi hombro y emprendimos la caminata.

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Bill Kaulitz es un chico que todo lo tiene, inteligente, atractivo, cariñoso... Junto a su hermano gemelo Tom y sus dos mejores amigos: Georg y Gustav, se van a embarcar en la aventura de pisar por primera vez la universidad donde se volveran locos por las...sí, las chicas.
Pero Bill queda embobado por una rubia pero lo que no sabe el es que tendrá que recurrir a su peor enemiga para poder conquistar su corazón.
La pregunta es, ¿conquistar el corazón de la rubia o el de su peor enemiga? ;D




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