BON: te quiero
Dicen que el amor no entiende de razas, distancias, sexo o edad. Pero, ¿realmente la sociedad esta preparada para ello? ¿Cómo alguien no puede aceptar el amor entre dos personas? ¿Por que entierran algo tan bonito en el olvido? ¿Cual seria la unica salida? Un amor destinado a la separacion...
-Gracias Amanda ;)
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Bienvenid@s!
Hola! Antes que nada, gracias por el simple hecho de entrar aquí. Aquí os pondré mis historias, mis pensamientos y siempre van a tener como protagonistas a los chicos de Tokio Hotel, aunque no siempre saldrán como tal.
Espero que os guste y que os divirtáis leyendo y pido una única cosa, en esta actual historia los cuatro chicos no son los protagonistas, es mi primera historia así, y me encantaría que a continuación me contárais que os parece.
Me alegraría muchísimo saber que cada visitante elige su opinión en la encuesta =)
Muchísimas gracias por vuestra atención, y espero, sigáis entrando ;)
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domingo, 28 de marzo de 2010
Capítulo 1. El diario
En este capítulo aparecen:
-J.J, no vas a ganar esta vez-Jake estaba muy seguro de ello; me lo había repetido 500 veces y aún no me ha ganado al baloncesto.
-¿Tengo qué repetirte las veces que me lo has dicho?-tomándolo desprevenido, boté el balón corriendo acercándome hacia la canasta para pegar un buen salto y encestar-. ¡Sí!-sonreí satisfecho.
Jake puso cara de decepción, la verdad es que me daba lástima. Un poco nada más.
-¿Quiéres tomar algo?-le ofrecí señalando dentro de mi casa.
-¿Tú madre ha vuelto hacer galletas?-se relamió los labios.
-Creo que quedan, pero no ha tenido tiempo de hacer más. Últimamente la explotan mucho en el trabajo-y eso era muy cierto. La veía nada más que por las mañanas y por las noches.
Abrí la puerta de atrás y entramos directamente a la cocina; no hizo falta que le ofreciese asiento a Jake, se acomodó rápidamente en el taburete mientras yo buscaba el tarro de galletas.
Las encontré detrás del azúcar, me incliné para cogérselas y dejarlas al alcance de Jake.
-Muchísimas gracias-enarqué una ceja al ver que mi mejor amigo se metió cinco a la vez en su boca. Pero así era él. Sonreí para mí.
Preparándome un sandwich de mantequilla de cacahuete, me vino a la mente lo que vi esta mañana: Jake hablaba con el grupo popular de la clase en las gradas del gimnasio mientras que yo entrenaba al baloncesto.
La verdad, no me importa que hable con quien quiera, pero es muy raro que hablen con él, un chico rubio, pecoso y empollón, tranquilamente sin meterse con él.
-¿De qué hablabas con la banda de matones?-pregunté a la vez que me sentaba enfrente de él.
Jake miró a su izquierda recordando y esperó para tragarse lo que tenía en la boca antes de contestarme.
-Bueno…-le cambió la voz-. El otro día conocieron a tu madre en… la reunión de padres.
Bajé la mirada. Sabía de que iba el tema.
Haciéndome el disimulado, me dediqué a comerme mi sandwich para hacerle ver a Jake que ya no me interesaba de lo que hablaron.
-Quisieron saber-no pilló mi indirecta y continuó-, porque un chico negro como tú, salió de una chica rubia y blanca como tu madre-lo dijo sin tapujos y eso era algo que me gustaba, éramos amigos y teníamos la suficiente confianza como para hablar de cosas incómodas como esta.
No le contesté enseguida.
Mi padre, según mi madre y por lo que veo en mis abuelos, era negro. Fácil de entender porque he salido así. Y cuando nombran a mi padre, me siento incómodo porque murió. ¿Las razones? Mi querida madre no me lo ha explicado, ni mis queridos abuelos tampoco, les duele demasiado pensar en Jeremy. De ahí mi nombre: Jeremy Junior, para honrar su memoria.
Nunca me han enseñado nada de él, simplemente no han querido y nunca he intentado sonsacarles la información. Si no quieren contármelo por alguna extraña razón será.
Pero lo que no saben es que yo ya le vi; sé como era mi padre.
Una de las dos veces al año que veo a mi abuela, su madre, se le cayó del bolso una foto donde había un chico; la foto estaba gastada y supuse que tendría que ser él. Porque noto como se le parte el corazón a mi madre cuando me mira fijamente. Es algo que he ido aprendiendo tras el tiempo; nunca me mira más de cinco minutos seguido a los ojos. Simplemente, porque soy la viva imagen de él.
Jake carraspeó. Me olvidé completamente de él.
-Va siendo mejor que me vaya-se puso en pie-. Nos vemos mañana, saluda a tú madre de mi parte.
-Claro-asentí la cabeza-. A ver si mañana me ganas de una vez-sonreí, para darle a mostrar que la cosa iba bien.
-Rezaré esta noche-cerró la puerta trás de sí.
Al quedarme solo respiré hondo.
Siempre he echado de menos tener un padre. Mi madre ha echo de los dos pero eso, no sirve de mucho aunque se lo tenga agradecido con mi propia vida.
Tampoco tengo un tío, mi padre era hijo único al igual que mi madre; tampoco puedo jugar con mi abuelo ya que el único que está vivo, el padre de mi padre, vive en Valencia, y solo lo veo cuando tienen vacaciones y cruzan el atlántico para venir a verme a San Francisco.
Suspiré.
Me senté en el sofá, busqué el mando y cuando lo encontré, sonó el teléfono. Me levanté a regañadientes.
-¿Diga?-pregunté con desgana mirando la fotografía que había al lado de el aparato; mi madre abrazada a mí cuando tenía siete años. Me encanta la foto, pero el marco lo cambiaría de inmediato. Se lo he dicho un par de veces.
Sentí un murmullo en mi oreja izquierda, me había olvidado que estaba hablando con alguien.
-Perdone, ¿puede repetir?
-¿Hablas español?-la voz era apagada, de mujer. Por suerte la entendí, mi madre me obligó a aprender español en la escuela. Su idioma natal.
-Sí, ¿con quien hablo?-fruncí el ceño. Solamente mis abuelos hablan español, al menos que yo conozca y ellos siempre me hablan en inglés. Excepto cuando está mamá delante.
-¿Está tú madre en casa?
-No, está trabajando. ¿De parte de quién?
-De su madre-mis ojos casi se salen de sus órbitas. Aquella mujer me está tomando el pelo.
-Perdone pero eso es imposible, su madre murió.
-¿Eres su hijo?
-Sí-dije dubitativo de darle esa información.
-Tú solamente dile que ha llamado su madre. Te entenderá perfectamente. Adiós-colgó antes de que me diese tiempo a pedir explicaciones de porque me engañaba.
Mi madre ya me lo dijo, solo tenía dos abuelos; sus padres murieron en un accidente de coche. Esa mujer o estaba loca o quería darme una broma, una pésima broma.
Me quité el auricular de la oreja dejándolo en su sitio.
¿Y si ha sido mi madre quién me ha engañado? No puede ser. Mamá jamás me mentiría en una cosa así.
Con los pies arrastrando, pasando miles de cosas por mi mente, me senté de nuevo en el sofá. Sin encender la televisión. Solo dejé mi mirada perdida, pensando en aquella señora.
***
Había pasado más de una hora desde la llamada; sentí el coche de mi madre aparcando en el garaje. Seguí sentado en el sofá, esperaría a que entrara.
-J.J, ya he llegado-fue directa a la cocina a dejar la compra-. ¿A qué no sabes qué?-sentí que venía hacia a mi por el ruido de sus tacones-. Tengo libre hasta el lunes por la mañana-se sentó a mi lado, cogiéndome del brazo con una enorme sonrisa-. ¿No estás contento?-subí la mirada para encontrarme con sus ojos claros, interesados por saber que me ocurría.
Me quité de su lado y me puse en pie.
-Ha llamado tu madre-puso los ojos en blanco.
-Mi madre…está muerta-tartamudeó y esbozó una sonrisa-. Te ha engañado-se levantó rápidamente para ir a la cocina-. Prepararé la cena.
-Mamá-fui trás ella-. ¿Tengo abuelos?
-¡Claro qué no!-exclamó. Puse los ojos en blanco-. No tienes abuelos-dijo más calmada dándose la vuelta para mirarme.
-Me estás engañando, no te creo. La llamaré para ver que me dice, se ha quedado su número grabado-hice ademán de andar.
-No-me cogió del brazo. Sus ojos se humedecieron-. Te lo explicaré todo cuando hable con ella.
Entonces existía de verdad.
Dejándome ahí de pie subió al piso de arriba para no poder escuchar la conversación.
Pensando en que tardaría rato en bajar, esta vez puse la televisión para distraerme en algo y no pensar en que mi propia madre me había engañado.
Pero solo vi un poco, mamá ya bajaba por las escaleras lentamente. Apagué el televisor y me puse en pie, mirándola. Temblante se acercó a mí. Se sentó y la imité. Dejó clavada la mirada en el suelo.
-¿Qué quería?-subió la cabeza, como si la hubiera asustado.
-Mi padre… quiere verme. Se está muriendo-dijo con vergüenza. Resoplé, incrédulo.
-¿No se supone qué ya tiene que estar muerto?
-Por razones las cuales no quiero recordar tuve que mentirte.
-¿Mentirme sobre la existencia de mis abuelos? ¿De tus padres?-exclamé.
-No te pienso decir nada más-murmuró-. Y tienes que respetar mi decisión, por algo soy tu madre-sin mirarme, se levantó.
-¿Qué es lo que te hicieron para que me engañes así?-se paró y me puse en pie-. Creo que por mucho que te hayan echo no está bien que digas que han muerto. Por Dios mamá, te dieron la vida-me sorprendí de mi mismo al estar hablándole así a mi madre, y si se acercara para abofetearme estaba en todo su derecho. O no se yo después de mentirme así.
Mamá enarcó una ceja y entre abrió la boca.
-¿Quieres saberlo?-susurró.
-Sí-no contesté enseguida.
-¡¿De verdad quieres saberlo?!-se acercó a mí, me asustó.
Pero igualmente asentí con la cabeza.
Mamá no dijo más y echa una furia me cogió del brazo escaleras arriba. Me asusté porque me estaba haciendo daño por primera vez, con sus mentiras y con su mano.
Me soltó en la puerta de su habitación, entró y sentí el ruido de los cajones abriéndose con fuerza. Entré tímidamente y vi como revolvía toda la habitación, sollozando.
Ahora pensé que si había sido una buena idea exigirle que me explicara la verdad.
-¡Aquí tienes!-estiró el brazo ofreciéndome un libro.
No aguantó más y cayó al suelo quedándose de rodillas, llorando.
-Mamá-se me quebró la voz.
-Yo quería dártelo cuando me marchara-me estremecí-. Ten-susurró-, cógelo. Aquí tienes todo lo que pasé a los dieciséis años, la muerte de tu padre y el porqué he dado por muertos a tus abuelos-dijo entre sollozos.
Aún sorprendido y con miedo, me acerqué a ella para coger aquel… diario.
-Lo leeré en el camino-dije muy seguro.
-¿Camino?-subió la mirada frunciendo el ceño.
-¿No piensas ver a tu padre?-se encogió de hombros-. Yo si quiero conocerlos, aunque puede que los odie como tú cuando lea esto-desvié mi mirada al diario.
Mi madre quedó pensando. Asintió con la cabeza.
-Como quieras. Estás en todo tu derecho.
-¿Estás bien?
-Sí-se puso en pie torpemente, secándose las lágrimas-. Solo que-respiró hondo-, cuando lo leas me entenderás. Al menos, eso espero-se encogió de hombros.
-Claro-pensé que un buen abrazo no le vendría mal. Adelanté dos pasos y la abracé por la cintura, hasta donde yo le llegaba.
-No pasa nada-me besó la cabeza-. Ve a ver el partido de los Lakers mientras yo preparo la cena, ¿vale?
-Sí. Se me olvidó por completo el partido-sonreí separándome de ella.
-Ordenaré esto-se arrodilló en el suelo y empezó a recoger las cosas.
Me dirigí a la puerta y le dediqué un último vistazo. ¿Qué le pasó para qué esté así? No lo sé, pero lo averiguaré. Miré el diario y me marché.
Fui a la habitación contigua dejando el diario sobre mi escritorio. Me moría de la curiosidad, pero ya empezaría mañana por leer. Ahora, me apetecía estar con mi madre. Lo necesitaba.
Bajé las escaleras y fui directo a sentarme en el sofá para encender la televisión. Mamá tenía razón, el partido de los Lakers ya empezó y es que, es tan fan como yo de ese equipo. Cuando tendría que haberlo sido mi padre, lo ha sido ella.
***
-¿Cómo van?-sentí la voz de mi madre, un poco apagada, detrás de mí. Me giré para verla. Se había cambiado de ropa, se puso más cómoda.
-Los Lakers le ganan por paliza, ya están en el segundo tiempo.
-Eso es genial-sonrió de oreja a oreja y se sentó en el posa manos al lado de mí-. Nos vamos mañana por la mañana, he aprovechado que tengo libre y volveremos el lunes. ¿Te parece bien?
-Sí-siseé. Dirigí la mirada al televisor y sentí su suave mano en mi cabeza.
-Mmm, tengo que hacerte esta trenza. Se te está destrozando.
-¿En serio?-puse mi mano donde hacia un segundo la tenía ella. Tenía razón.
-Te la haré después. Voy a preparar la cena ya de verdad-rió.
-Buenas noches cielo-me besó en la frente.
-Te quiero mamá-me sonrió y cerró la puerta de mi habitación.
Sin querer, dirigí la mirada a mi escritorio. Allí seguía aquel diario. No me resistí y me acerqué para ver la primera página. Reconocí la letra de mi madre. Bostecé. Mis párpados me pesaban. Sería mejor descansar. Mañana iba a ser un día muy largo.
-J.J, no vas a ganar esta vez-Jake estaba muy seguro de ello; me lo había repetido 500 veces y aún no me ha ganado al baloncesto.
-¿Tengo qué repetirte las veces que me lo has dicho?-tomándolo desprevenido, boté el balón corriendo acercándome hacia la canasta para pegar un buen salto y encestar-. ¡Sí!-sonreí satisfecho.
Jake puso cara de decepción, la verdad es que me daba lástima. Un poco nada más.
-¿Quiéres tomar algo?-le ofrecí señalando dentro de mi casa.
-¿Tú madre ha vuelto hacer galletas?-se relamió los labios.
-Creo que quedan, pero no ha tenido tiempo de hacer más. Últimamente la explotan mucho en el trabajo-y eso era muy cierto. La veía nada más que por las mañanas y por las noches.
Abrí la puerta de atrás y entramos directamente a la cocina; no hizo falta que le ofreciese asiento a Jake, se acomodó rápidamente en el taburete mientras yo buscaba el tarro de galletas.
Las encontré detrás del azúcar, me incliné para cogérselas y dejarlas al alcance de Jake.
-Muchísimas gracias-enarqué una ceja al ver que mi mejor amigo se metió cinco a la vez en su boca. Pero así era él. Sonreí para mí.
Preparándome un sandwich de mantequilla de cacahuete, me vino a la mente lo que vi esta mañana: Jake hablaba con el grupo popular de la clase en las gradas del gimnasio mientras que yo entrenaba al baloncesto.
La verdad, no me importa que hable con quien quiera, pero es muy raro que hablen con él, un chico rubio, pecoso y empollón, tranquilamente sin meterse con él.
-¿De qué hablabas con la banda de matones?-pregunté a la vez que me sentaba enfrente de él.
Jake miró a su izquierda recordando y esperó para tragarse lo que tenía en la boca antes de contestarme.
-Bueno…-le cambió la voz-. El otro día conocieron a tu madre en… la reunión de padres.
Bajé la mirada. Sabía de que iba el tema.
Haciéndome el disimulado, me dediqué a comerme mi sandwich para hacerle ver a Jake que ya no me interesaba de lo que hablaron.
-Quisieron saber-no pilló mi indirecta y continuó-, porque un chico negro como tú, salió de una chica rubia y blanca como tu madre-lo dijo sin tapujos y eso era algo que me gustaba, éramos amigos y teníamos la suficiente confianza como para hablar de cosas incómodas como esta.
No le contesté enseguida.
Mi padre, según mi madre y por lo que veo en mis abuelos, era negro. Fácil de entender porque he salido así. Y cuando nombran a mi padre, me siento incómodo porque murió. ¿Las razones? Mi querida madre no me lo ha explicado, ni mis queridos abuelos tampoco, les duele demasiado pensar en Jeremy. De ahí mi nombre: Jeremy Junior, para honrar su memoria.
Nunca me han enseñado nada de él, simplemente no han querido y nunca he intentado sonsacarles la información. Si no quieren contármelo por alguna extraña razón será.
Pero lo que no saben es que yo ya le vi; sé como era mi padre.
Una de las dos veces al año que veo a mi abuela, su madre, se le cayó del bolso una foto donde había un chico; la foto estaba gastada y supuse que tendría que ser él. Porque noto como se le parte el corazón a mi madre cuando me mira fijamente. Es algo que he ido aprendiendo tras el tiempo; nunca me mira más de cinco minutos seguido a los ojos. Simplemente, porque soy la viva imagen de él.
Jake carraspeó. Me olvidé completamente de él.
-Va siendo mejor que me vaya-se puso en pie-. Nos vemos mañana, saluda a tú madre de mi parte.
-Claro-asentí la cabeza-. A ver si mañana me ganas de una vez-sonreí, para darle a mostrar que la cosa iba bien.
-Rezaré esta noche-cerró la puerta trás de sí.
Al quedarme solo respiré hondo.
Siempre he echado de menos tener un padre. Mi madre ha echo de los dos pero eso, no sirve de mucho aunque se lo tenga agradecido con mi propia vida.
Tampoco tengo un tío, mi padre era hijo único al igual que mi madre; tampoco puedo jugar con mi abuelo ya que el único que está vivo, el padre de mi padre, vive en Valencia, y solo lo veo cuando tienen vacaciones y cruzan el atlántico para venir a verme a San Francisco.
Suspiré.
Me senté en el sofá, busqué el mando y cuando lo encontré, sonó el teléfono. Me levanté a regañadientes.
-¿Diga?-pregunté con desgana mirando la fotografía que había al lado de el aparato; mi madre abrazada a mí cuando tenía siete años. Me encanta la foto, pero el marco lo cambiaría de inmediato. Se lo he dicho un par de veces.
Sentí un murmullo en mi oreja izquierda, me había olvidado que estaba hablando con alguien.
-Perdone, ¿puede repetir?
-¿Hablas español?-la voz era apagada, de mujer. Por suerte la entendí, mi madre me obligó a aprender español en la escuela. Su idioma natal.
-Sí, ¿con quien hablo?-fruncí el ceño. Solamente mis abuelos hablan español, al menos que yo conozca y ellos siempre me hablan en inglés. Excepto cuando está mamá delante.
-¿Está tú madre en casa?
-No, está trabajando. ¿De parte de quién?
-De su madre-mis ojos casi se salen de sus órbitas. Aquella mujer me está tomando el pelo.
-Perdone pero eso es imposible, su madre murió.
-¿Eres su hijo?
-Sí-dije dubitativo de darle esa información.
-Tú solamente dile que ha llamado su madre. Te entenderá perfectamente. Adiós-colgó antes de que me diese tiempo a pedir explicaciones de porque me engañaba.
Mi madre ya me lo dijo, solo tenía dos abuelos; sus padres murieron en un accidente de coche. Esa mujer o estaba loca o quería darme una broma, una pésima broma.
Me quité el auricular de la oreja dejándolo en su sitio.
¿Y si ha sido mi madre quién me ha engañado? No puede ser. Mamá jamás me mentiría en una cosa así.
Con los pies arrastrando, pasando miles de cosas por mi mente, me senté de nuevo en el sofá. Sin encender la televisión. Solo dejé mi mirada perdida, pensando en aquella señora.
***
Había pasado más de una hora desde la llamada; sentí el coche de mi madre aparcando en el garaje. Seguí sentado en el sofá, esperaría a que entrara.
-J.J, ya he llegado-fue directa a la cocina a dejar la compra-. ¿A qué no sabes qué?-sentí que venía hacia a mi por el ruido de sus tacones-. Tengo libre hasta el lunes por la mañana-se sentó a mi lado, cogiéndome del brazo con una enorme sonrisa-. ¿No estás contento?-subí la mirada para encontrarme con sus ojos claros, interesados por saber que me ocurría.
Me quité de su lado y me puse en pie.
-Ha llamado tu madre-puso los ojos en blanco.
-Mi madre…está muerta-tartamudeó y esbozó una sonrisa-. Te ha engañado-se levantó rápidamente para ir a la cocina-. Prepararé la cena.
-Mamá-fui trás ella-. ¿Tengo abuelos?
-¡Claro qué no!-exclamó. Puse los ojos en blanco-. No tienes abuelos-dijo más calmada dándose la vuelta para mirarme.
-Me estás engañando, no te creo. La llamaré para ver que me dice, se ha quedado su número grabado-hice ademán de andar.
-No-me cogió del brazo. Sus ojos se humedecieron-. Te lo explicaré todo cuando hable con ella.
Entonces existía de verdad.
Dejándome ahí de pie subió al piso de arriba para no poder escuchar la conversación.
Pensando en que tardaría rato en bajar, esta vez puse la televisión para distraerme en algo y no pensar en que mi propia madre me había engañado.
Pero solo vi un poco, mamá ya bajaba por las escaleras lentamente. Apagué el televisor y me puse en pie, mirándola. Temblante se acercó a mí. Se sentó y la imité. Dejó clavada la mirada en el suelo.
-¿Qué quería?-subió la cabeza, como si la hubiera asustado.
-Mi padre… quiere verme. Se está muriendo-dijo con vergüenza. Resoplé, incrédulo.
-¿No se supone qué ya tiene que estar muerto?
-Por razones las cuales no quiero recordar tuve que mentirte.
-¿Mentirme sobre la existencia de mis abuelos? ¿De tus padres?-exclamé.
-No te pienso decir nada más-murmuró-. Y tienes que respetar mi decisión, por algo soy tu madre-sin mirarme, se levantó.
-¿Qué es lo que te hicieron para que me engañes así?-se paró y me puse en pie-. Creo que por mucho que te hayan echo no está bien que digas que han muerto. Por Dios mamá, te dieron la vida-me sorprendí de mi mismo al estar hablándole así a mi madre, y si se acercara para abofetearme estaba en todo su derecho. O no se yo después de mentirme así.
Mamá enarcó una ceja y entre abrió la boca.
-¿Quieres saberlo?-susurró.
-Sí-no contesté enseguida.
-¡¿De verdad quieres saberlo?!-se acercó a mí, me asustó.
Pero igualmente asentí con la cabeza.
Mamá no dijo más y echa una furia me cogió del brazo escaleras arriba. Me asusté porque me estaba haciendo daño por primera vez, con sus mentiras y con su mano.
Me soltó en la puerta de su habitación, entró y sentí el ruido de los cajones abriéndose con fuerza. Entré tímidamente y vi como revolvía toda la habitación, sollozando.
Ahora pensé que si había sido una buena idea exigirle que me explicara la verdad.
-¡Aquí tienes!-estiró el brazo ofreciéndome un libro.
No aguantó más y cayó al suelo quedándose de rodillas, llorando.
-Mamá-se me quebró la voz.
-Yo quería dártelo cuando me marchara-me estremecí-. Ten-susurró-, cógelo. Aquí tienes todo lo que pasé a los dieciséis años, la muerte de tu padre y el porqué he dado por muertos a tus abuelos-dijo entre sollozos.
Aún sorprendido y con miedo, me acerqué a ella para coger aquel… diario.
-Lo leeré en el camino-dije muy seguro.
-¿Camino?-subió la mirada frunciendo el ceño.
-¿No piensas ver a tu padre?-se encogió de hombros-. Yo si quiero conocerlos, aunque puede que los odie como tú cuando lea esto-desvié mi mirada al diario.
Mi madre quedó pensando. Asintió con la cabeza.
-Como quieras. Estás en todo tu derecho.
-¿Estás bien?
-Sí-se puso en pie torpemente, secándose las lágrimas-. Solo que-respiró hondo-, cuando lo leas me entenderás. Al menos, eso espero-se encogió de hombros.
-Claro-pensé que un buen abrazo no le vendría mal. Adelanté dos pasos y la abracé por la cintura, hasta donde yo le llegaba.
-No pasa nada-me besó la cabeza-. Ve a ver el partido de los Lakers mientras yo preparo la cena, ¿vale?
-Sí. Se me olvidó por completo el partido-sonreí separándome de ella.
-Ordenaré esto-se arrodilló en el suelo y empezó a recoger las cosas.
Me dirigí a la puerta y le dediqué un último vistazo. ¿Qué le pasó para qué esté así? No lo sé, pero lo averiguaré. Miré el diario y me marché.
Fui a la habitación contigua dejando el diario sobre mi escritorio. Me moría de la curiosidad, pero ya empezaría mañana por leer. Ahora, me apetecía estar con mi madre. Lo necesitaba.
Bajé las escaleras y fui directo a sentarme en el sofá para encender la televisión. Mamá tenía razón, el partido de los Lakers ya empezó y es que, es tan fan como yo de ese equipo. Cuando tendría que haberlo sido mi padre, lo ha sido ella.
***
-¿Cómo van?-sentí la voz de mi madre, un poco apagada, detrás de mí. Me giré para verla. Se había cambiado de ropa, se puso más cómoda.
-Los Lakers le ganan por paliza, ya están en el segundo tiempo.
-Eso es genial-sonrió de oreja a oreja y se sentó en el posa manos al lado de mí-. Nos vamos mañana por la mañana, he aprovechado que tengo libre y volveremos el lunes. ¿Te parece bien?
-Sí-siseé. Dirigí la mirada al televisor y sentí su suave mano en mi cabeza.
-Mmm, tengo que hacerte esta trenza. Se te está destrozando.
-¿En serio?-puse mi mano donde hacia un segundo la tenía ella. Tenía razón.
-Te la haré después. Voy a preparar la cena ya de verdad-rió.
-Buenas noches cielo-me besó en la frente.
-Te quiero mamá-me sonrió y cerró la puerta de mi habitación.
Sin querer, dirigí la mirada a mi escritorio. Allí seguía aquel diario. No me resistí y me acerqué para ver la primera página. Reconocí la letra de mi madre. Bostecé. Mis párpados me pesaban. Sería mejor descansar. Mañana iba a ser un día muy largo.
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TSUPDOAA
Bill Kaulitz es un chico que todo lo tiene, inteligente, atractivo, cariñoso... Junto a su hermano gemelo Tom y sus dos mejores amigos: Georg y Gustav, se van a embarcar en la aventura de pisar por primera vez la universidad donde se volveran locos por las...sí, las chicas.
Pero Bill queda embobado por una rubia pero lo que no sabe el es que tendrá que recurrir a su peor enemiga para poder conquistar su corazón.
La pregunta es, ¿conquistar el corazón de la rubia o el de su peor enemiga? ;D
Da click abajo para leer todos los capítulos ;)
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