BON: te quiero
Dicen que el amor no entiende de razas, distancias, sexo o edad. Pero, ¿realmente la sociedad esta preparada para ello? ¿Cómo alguien no puede aceptar el amor entre dos personas? ¿Por que entierran algo tan bonito en el olvido? ¿Cual seria la unica salida? Un amor destinado a la separacion...
-Gracias Amanda ;)
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Bienvenid@s!
Hola! Antes que nada, gracias por el simple hecho de entrar aquí. Aquí os pondré mis historias, mis pensamientos y siempre van a tener como protagonistas a los chicos de Tokio Hotel, aunque no siempre saldrán como tal.
Espero que os guste y que os divirtáis leyendo y pido una única cosa, en esta actual historia los cuatro chicos no son los protagonistas, es mi primera historia así, y me encantaría que a continuación me contárais que os parece.
Me alegraría muchísimo saber que cada visitante elige su opinión en la encuesta =)
Muchísimas gracias por vuestra atención, y espero, sigáis entrando ;)
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martes, 30 de marzo de 2010
Capítulo 9. Novillos.
En este capítulo aparecen:
Mientras hacia mis deberes, Bill me llamó unas cuantas veces. No tenía ganas de tener que escuchar su voz para calentarme la cabeza y apagué mi móvil.
A la mañana siguente, cuando lo encendí, me llegó un mensaje con diez llamadas perdidas de él. No se que querría, el sábado se lo dejè todo bien clarito.
No me queria amargar y me dispuse a prepararme para ir al instituto, y sobre todo, para ir a esa clase de matemáticas que cada día me iba gustando más. Isidro me lo tendría bien agradecido, supongo yo…
Por suerte, los lunes no tengo que desayunar con mi padre asi que me ahorré de empezar mal el día.
-Buenos días-Óscar nos abria la puerta del coche con su espectacular sonrisa de todos los días. A pesar de que su relación con Leonor iba a pique, porque a todas horas nos servía a nosotros, siempre nos regalaba una sonrisa. Y para mí, es el único que siempre me hace ver las cosas positivas de todo nada más empezar el día.
-¿Qué tal?-pregunté al meterse él en el coche.
-Mejor que mejor, ¿y vosotras?
-Ahí voy…-contesté resoplando.
-Verás como todo te irá mejor-miré a Elia por el rabillo del ojo.
Se pensaría que no sabía lo que estaba haciendo, y la tenía calada desde el mismo instante que supo que Bill y yo no estábamos.
Antes hacia cualquier cosa por hacerme la vida más difícil cada vez que Bill y yo estábamos en una misma frase; pero ahora que su amor está solito, no va a tardar en tirarle los trastos más de lo que ya se los tiraba…
Lo siento por ella, pero Bill siempre ha pensado de ella que necesita madurar un poco y aunque, es bastante guapa no se vería nunca con ella.
Cuando miré por la ventanilla al pararse el coche frente a nuestro instituto, vi como Bill estaba de pie en el mismo sitio que en el que me recibe todas las mañanas. Resoplé muy fuerte.
Salí del coche despidiéndome de Óscar y me dispuse a entrar el edificio ingnorándolo completamente agachando mi cabeza.
Pero, para mi desgracia no funcionó.
-Giselle-me agarró de mi brazo izquierdo. Miré su mano y después la desvié hacia su mirada.
-Suéltame-susurró con tono de repugnancia.
-Te llame 20 veces, ¿por qué no me lo cogiste?-preguntó poniendo cara de pena a la vez que quitaba su mano de mi brazo.
-No lo sé Bill, ¿por qué no te lo cogería?-ironicé cruzándome de brazos.
-Giselle, te quiero-dijo después de pensarse que decirme y se medio por lo más fácil… o por lo más tonto.
-No me vale. Habértelo pensado antes…-no terminé la frase. Tom y Sara asomaban por detrás de Bill.
Tom con su cara de idiota sonriente que no se la quita nadie, y Sara mirándome confusa sin saber que había pasado del todo.
Pobre. Ella también estaría pasando lo que yo; si Bill me puso los cuernos, ¿Tom no se los pondría a Sara? Es como decir que un león se volviera vegetariano. Y yo, se lo pensaba contar en cuanto tuviese la oportunidad de pillarla sola.
-Pero Giselle. No hechemos a la borda casi dos años de relación-lo dijo de una manera tan convincente que si no hubiera sido porque recordé que me fue infiel y que, por otro lado me estaba gustando Jeremy, ahora mismo besaría sus finos labios.
-No, Bill. No supliques más. No te rebajes más de lo que lo estas haciendo-fue mi última palabra y comencé mi paso.
-En eso tiene razón-pude oir las carcajadas de Tom como si estuviese a un centímetro de mi.
-Oh, cállate-sentí a Bill y el sonido de lo que parecía su mochila chocar con el cuerpo de Tom.
Sacudí mi cabeza y sonreí al encontrarme a dos chicos que de veras merecían la pena.
-¿Qué tal estáis?-pregunté nada más estar a un metro de ellos.
-¡La perdida Giselle!-exclamó Gustav.
-¿Te encuentras mejor de tu estómago?-preguntó Georg. Fruncí el ceño.
-¿Qué le pasa a mi estómago?-Georg miró a Gustav para ver si se había equivocado, pero éste asintió.
-Bill nos dijo que el sábado te quedaste en casa porque algo te había sentado mal-exploté a carcajadas. Hasta donde podía llegar el orgullo de este hombre…
-Es mentira-expliqué cuando vi sus rostros desconcertados-. Bill y yo hemos roto-dije tras suspirar. Sus bocas formaron una gran “o”.
-¿Por qué?-preguntó Gustav.
-Resulta que… ¿Por qué no andamos para adentro mejor?-pregunté cuando vi que Bill venía hacia aquí. Asintieron y me siguieron escuchando atentos-. Descubrí que Bill me engañaba-dije sin tapujos, pero un tanto avergonzada. Después de todo no sienta bien que te la peguen.
-¿¡En serio!?-dijeron al unísono. Puse mis ojos en blanco al igual que todo el que pasaba por nuestro lado en ese mismo instante-. Me lo espero de Tom, pero de Bill…-comentó Georg. No podía estar más de acuerdo con él.
-Cambiemos de tema mejor.
-Sí-me acompañó Gustav poniendo su brazo por encima de mis hombros-. ¿Cuándo quedamos para el trabajo?
-Había pensado que esta tarde en mi casa si os viene bien.
-Por mi perfecto-coincidiamo Gustav y yo y soltamos una risita.
-Bien. ¿Se lo dices tu a Jeremy?
Al escuchar su nombre sentí algo recorrer por mi cuerpo. ¿Mariposas otra vez?
-Sí-contesté-. Se lo diré-no pude evitar sonreír de oreja a oreja.
De pronto sentímos la palabra “pelea” y una buena masa corrió hacia el mismo punto: el patio de la fuente. Como yo no me entretengo en esas tonterías donde todo el mundo contempla como dos niñatos o niñatas se dan, me quedé cruzada de brazos esperando a que ninguno de mis acompañantes fuera con ellos.
Pero al escuchar: “el nuevo” me detuve a pensar: ¿qué otro nuevo chico había en este instituto que no fuese Jeremy?
Busqué la mirada de mis compañeros y sin decir nada fuimos corriendo tras la multitud.
Cuando llegamos aquello estaba abarrotado y me hice un hueco para llegar a la primera fila soportando empujones de todo el que estaba allí.
Reconocí claramente la voz de Bill cuando estaba a dos filas de él.
-¡Dejadme pasar!-chillé y me hicieron paso.
Justo cuando pude verlos Bill acababa de propinarle un puñetazo a Jeremy.
-¡Basta!-me metí entre ellos dos.
Bill paró justo al verme; le dediqué una mirada de odio y rápidamente fui a ver que tal estaba Jeremy.
-¿Estás bien?-pregunté preocupada.
-Sí, claro-Jeremy se tocaba su mejilla derecha-. Solo me ha rozado-pude ver un gran rasguño.
-Te habrá dado con su anillo-pensé.
-¿Qué haces?-escuché la voz de Bill furioso.
Me giré rápidamente para mostrarle que si antes lo detestaba ahora más.
-¿¡Qué haces tú!?-dejè caer mis brazos. Furiosa.
-Este-le señaló con desprecio-, te acompañó el sábado. Vamos que, rompes conmigo y te vas directa con él ¿no?-dijo incrédulo-. Luego soy yo el malo.
-Pero, ¡¿te estás oyendo?!-crucé mis brazos y me percaté que su hermano disfrutaba del espectáculo con Sara a su lado, pero ella no estaba disfrutando como lo hacia todo el instituto también-. No seas idiota Bill, por favor.
-Giselle…-le interrumpí con un levantamiento de brazo.
-Vámonos-sugerí a Jeremy y éste asintió siguiéndome.
No escuché ningún comentario más y me dirigí hacia la puerta principal.
-¿A dónde vamos?-preguntó tocándose su herida.
-¿Tienes ganas de dar clase?-esbocé una media sonrisa.
Jeremy alzó sus cejas y me siguió. Por suerte no habían profesores alrededor y pudimos salir sin ninguna retención.
-Vaya, no sabía yo que lo tuyo eran los nobillos-dijo con un ensanchamiento de sonrisa.
-Hoy es mi…-me puse a pensar-… tercera vez-le devolví la sonrisa-. Pienso que es mejor no soportarles hoy, cuando Bill se pone idiota no hay quien le gane-sacudí la cabeza-. ¿Qué ha pasado?
-Yo iba hacia clase y me cogió por detrás diciéndome que era la última vez que te iba a acompañar a casa; supuse que habríais vuelto y tu se lo comentaste y no dije nada más porque también pensé que le habrías dicho que era para no dejarte sola cuando él lo había echo-me explicó.
-Es patético-dije tras resoplar-. No he vuelto con él y no lo haré más.
-¿Quién le dijo que te acompañé?-frunció el ceño. Entonces pensé en la única que lo sabía.
-Mi hermana-me avergoncé-. Siento haberte dado este problema, no tenías que haberme acompañado, me siento culpable por ello-confesé.
-Para Giselle, volveré a acompañarte siempre que quieras-eso me gustó y no pude evitar sonreír como una tonta.
Paramos frente a la cafetería El velero; era mi lugar favorito para desayunar.
-Espero que tengas un poco de hambre-dije.
-Creo que sí-asintió.
No había mucha gente. Nos sentamos en el lugar en que siempre me sentaba, dos mesas a la derecha pegada a la ventana.
-Dime que no has probado los churros con chocolate-negó con la cabeza y me alegré-. Por favor, dos de lo de siempre-el camarero ya me conocía y sabía lo que era lo mío. Me guiñó un ojo y empezó a prepararlo.
Nos acomodamos quitándonos las chaquetas y dejando nuestras mochilas a nuestros pies. Saqué tema de conversación.
-¿Cómo que no te has tirado a por él? Creo que allí en América se os da muy bien esas cosas…-bromeé.
-No porque sea negro tengo que saber pelear para defenderme de todos los líos en los que pueda meterme-dijo muy serio.
-Lo siento-me sonrojé. Tendría que haberme estado callada-. No me refería a eso-me sentí pequeñita.
-Lo sé-me sonrió para tranquilizarme-. Mi barrio era uno muy bueno, lo que pasa es que había a gente que no le gustaba aquello demasiado-me quedé un poco parada porque no esperaba a que me contara aquello-. Una noche en el que mis colegas y yo salimos a jugar a basquet, como siempre,-continuó endureciendo el rostro- nos encontramos a un grupito de esos. Se aburrían y no supieron hacer otra cosa que pegarnos una paliza acabando con mi mejor amigo-abrí la boca, sorprendida.
-Lo siento-fue lo único que pude decir.
-Desde ese día intento estar alejado de toda pelea, por eso no le he dado a Bill. Sabía que iría a parar tarde o temprano, no me importa si yo hubiera salido mal, pero no quiero convertirme en uno de ellos.
-No volverá a pasar-dije desde el fondo de mi corazón, regalándole una sequela sonrisa para que se fuera ese estado triste. Y sonreí aún más cuando trajeron nuestro desayuno.
-Mmmm. Está… buenísimo-dijo mientras se tragaba el último.
-Lo sabía. Esto tiene que gustarle a todo el mundo-pegué el último sorbo de mi vaso de chocolate.
-Ahora, ¿qué hacemos?-preguntó tocándose su barriga llena.
-Lo que quieras-me encogí de hombros-. Si quieres quedarte aquí, dar un paseo o largarte a casa… me da igual.
-Demos un paseo-dijo tras estar unos segundos pensando.
Mientras pagábamos me acordé de su rasguño en la cara.
-Oh, ¿quieres algo para ponértelo?-señalé mi mejilla.
-No te preocupues-se lo tocó-. Ya ni me escuece. Esperaré a casa para curármelo.
-Está bien-salimos de la cafetería y nos dirigimos a la derecha.
Me acordé entonces de lo que había hablado esta mañana con Georg y Gustav.
-Por cierto, esta tarde hemos quedado para ir a la casa de Georg para hacer el trabajo. ¿Estás ocupado?-recé para que no.
-Me viene bien-asintió-. No sé donde vive.
-Cierto. Emm, ¿me das tu dirección?
-Espera-Jeremy miró a los alrededores y visualizó un banco donde se sentó para sacar un papel y un boli y entregármelo.
-De acuerdo-me lo metí en el bolsillo izquierdo de mis jeans-. Iré a por ti sobre las 5 y nos iremos a casa de Georg.
-Me parece bien-alzó la vista para encontrárse con la mía.
Para que no hiciese eso me senté a su lado.
-Bueno, ¿no has estado con nadie más que con Bill?-rompió el silencio.
-No. Él ha sido el primero, por ahora-no me avergoncé de tirar una pequeña indirecta por si lo cogía. Supuse que sí porque sonrió divertido-. Y… ¿tú estás saliendo con la primera?-pregunté, muerta de celos y creo que se notó un poquitín porque volvió a sonreír divertido.
-Bueno, estar, estar no se puede decir. Digamos que, estamos teniendo una relación abierta y cuando nos volvamos a encontrar, que pase lo que tenga que pasar-apoyó su espalda en el respaldo del banco.
-Sí. Creo que haces bien-admití-. ¿La quieres?-pregunté tras una pausa mirándole por el rabillo del ojo. Respiró hondo.
-Sé que la quiero, después de todo ha sido la primera y hemos estado hasta hace poco juntos-sabía que había un pero, por eso le pregunté-. Pero pasa que, puede que se meta una chica en medio que te haga sentir confundido-al decir eso me puse nerviosa y me tensé un poco. Tenía la esperanza de que esa chica podría ser yo.
-Oh, hay terceras personas-le seguì el rollo y esperaba no equivocarme, porque si no, quedaría muy mal…
-Puede ser. ¿Y tú sigues queriendo a Bill?-preguntó.
Miré al suelo y después lo miré a él sin poder apartar la sonrisa de mi rostro.
-Querer le quiero, ha sido mucho tiempo, pero… como tu dices puede haber un chico que haga que te confundas-le devolví la pelota.
-Y, ¿quieres seguir confundida?-esbozó una media sonrisa picarón.
-La verdad es que no. Es un calentamiento de cabeza, por eso me gustaría que el chico que me confunde, me dijese algo…-miré hacia abajo y noté que mis mejillas se sonrojaron.
Hubo un silencio que me incomodó un poco, pero cuando sentí la mano de Jeremy sobre la mía mi respiración se aceleró. Busqué su mirada y era divertida, al igual que la mía supongo.
Me gustaría besarle en ese mismo instante; mis labios estaban sedosos por probar los suyos. Sin decir nada, sentí como nuestros cuerpos se iban acercando nuestros cuerpos, pero…
-¿Jeremy?-nos incorporamos rápidamente debido al susto. Buscamos de donde provenía aquella voz.
-¿Mamá?-dijo él, muy extrañado al ver a aquella señora con la misma piel que él acercándose hacia nosotros.
Jeremy se puso en pie de un salto al igual que yo. Observé con detenimiento a quien era su madre; llevaba un moño como peinado y un traje de vestido negro que me pareció muy bonito con esos zapatos, y su rostro era muy bonito. Era bastante guapa. De ahí Jeremy, ¿no?
-¿Qué haces aquí? ¿Qué te ha pasado en la cara?-dijo en inglés, pero gracias a que sé algo bastante.
-Mamá, después te lo explico-le contestó en español señalándome con su mirada.
Su madre me miró y se relajó de inmediato.
-Hola-dije tímidamente mostrando una sonrisa amistosa.
-Hola, ¿eres Giselle?-puse los ojos en blanco al ver que sabía mi nombre. ¿Cómo?
-Sí, soy Giselle. Encantada-miré a Jeremy.
-Un placer. Yo soy Marilyn, la madre de Jeremy. Me ha hablado mucho de ti, por eso sé tu nombre-sonrió amablemente.
-Vaya, no sabía yo eso-devié la mirada a Jeremy que miraba al suelo un poco avergonzado.
-Bueno, ¿qué hacéis aquí?-quiso saber esperando una buonissima explicación.
Jeremy no supo que decir y salí yo en su ayuda.
-Estamos haciendo huelga, no nos quieren poner calefacción y ya se va notando el frío-dije pareciendo segura de mí misma.
Y eso, al menos fue verdad el año pasado nos tiramos una semana y media sin instituto por ello.
-¿En serio?-dijo sorprendida-. Hablaré con tu padre si es necesario.
-No te preocupes mamá. Todo se arreglará, ¿verdad?-me miró y no pude evitar reírme mientras asentía-. Bueno, ¿y a dónde vas tu ahora?-le preguntó.
-A casa, ya he terminado mis clases-nos señaló al colegio de primaria que estaba al lado-. ¿Te vienes a casa y me ayudas con algunas compras?-ladeó la cabeza.
-Sí, claro. Nos vemos esta tarde-me sonrió.
-Por supuesto, a las cinco menos cuarto estoy en tu casa-dije coqueta, no tanto porque estaba su madre delante.
-Te esperaré-me dijo mientras caminaba de espaldas mirándome.
Deseando estaba de que llegara esta tarde, quería verle y eso que estaba viendo como se estaba llendo en este momento.
Pero quiero empezar ese beso que tanto ansío al igual que mis labios.
Mientras hacia mis deberes, Bill me llamó unas cuantas veces. No tenía ganas de tener que escuchar su voz para calentarme la cabeza y apagué mi móvil.
A la mañana siguente, cuando lo encendí, me llegó un mensaje con diez llamadas perdidas de él. No se que querría, el sábado se lo dejè todo bien clarito.
No me queria amargar y me dispuse a prepararme para ir al instituto, y sobre todo, para ir a esa clase de matemáticas que cada día me iba gustando más. Isidro me lo tendría bien agradecido, supongo yo…
Por suerte, los lunes no tengo que desayunar con mi padre asi que me ahorré de empezar mal el día.
-Buenos días-Óscar nos abria la puerta del coche con su espectacular sonrisa de todos los días. A pesar de que su relación con Leonor iba a pique, porque a todas horas nos servía a nosotros, siempre nos regalaba una sonrisa. Y para mí, es el único que siempre me hace ver las cosas positivas de todo nada más empezar el día.
-¿Qué tal?-pregunté al meterse él en el coche.
-Mejor que mejor, ¿y vosotras?
-Ahí voy…-contesté resoplando.
-Verás como todo te irá mejor-miré a Elia por el rabillo del ojo.
Se pensaría que no sabía lo que estaba haciendo, y la tenía calada desde el mismo instante que supo que Bill y yo no estábamos.
Antes hacia cualquier cosa por hacerme la vida más difícil cada vez que Bill y yo estábamos en una misma frase; pero ahora que su amor está solito, no va a tardar en tirarle los trastos más de lo que ya se los tiraba…
Lo siento por ella, pero Bill siempre ha pensado de ella que necesita madurar un poco y aunque, es bastante guapa no se vería nunca con ella.
Cuando miré por la ventanilla al pararse el coche frente a nuestro instituto, vi como Bill estaba de pie en el mismo sitio que en el que me recibe todas las mañanas. Resoplé muy fuerte.
Salí del coche despidiéndome de Óscar y me dispuse a entrar el edificio ingnorándolo completamente agachando mi cabeza.
Pero, para mi desgracia no funcionó.
-Giselle-me agarró de mi brazo izquierdo. Miré su mano y después la desvié hacia su mirada.
-Suéltame-susurró con tono de repugnancia.
-Te llame 20 veces, ¿por qué no me lo cogiste?-preguntó poniendo cara de pena a la vez que quitaba su mano de mi brazo.
-No lo sé Bill, ¿por qué no te lo cogería?-ironicé cruzándome de brazos.
-Giselle, te quiero-dijo después de pensarse que decirme y se medio por lo más fácil… o por lo más tonto.
-No me vale. Habértelo pensado antes…-no terminé la frase. Tom y Sara asomaban por detrás de Bill.
Tom con su cara de idiota sonriente que no se la quita nadie, y Sara mirándome confusa sin saber que había pasado del todo.
Pobre. Ella también estaría pasando lo que yo; si Bill me puso los cuernos, ¿Tom no se los pondría a Sara? Es como decir que un león se volviera vegetariano. Y yo, se lo pensaba contar en cuanto tuviese la oportunidad de pillarla sola.
-Pero Giselle. No hechemos a la borda casi dos años de relación-lo dijo de una manera tan convincente que si no hubiera sido porque recordé que me fue infiel y que, por otro lado me estaba gustando Jeremy, ahora mismo besaría sus finos labios.
-No, Bill. No supliques más. No te rebajes más de lo que lo estas haciendo-fue mi última palabra y comencé mi paso.
-En eso tiene razón-pude oir las carcajadas de Tom como si estuviese a un centímetro de mi.
-Oh, cállate-sentí a Bill y el sonido de lo que parecía su mochila chocar con el cuerpo de Tom.
Sacudí mi cabeza y sonreí al encontrarme a dos chicos que de veras merecían la pena.
-¿Qué tal estáis?-pregunté nada más estar a un metro de ellos.
-¡La perdida Giselle!-exclamó Gustav.
-¿Te encuentras mejor de tu estómago?-preguntó Georg. Fruncí el ceño.
-¿Qué le pasa a mi estómago?-Georg miró a Gustav para ver si se había equivocado, pero éste asintió.
-Bill nos dijo que el sábado te quedaste en casa porque algo te había sentado mal-exploté a carcajadas. Hasta donde podía llegar el orgullo de este hombre…
-Es mentira-expliqué cuando vi sus rostros desconcertados-. Bill y yo hemos roto-dije tras suspirar. Sus bocas formaron una gran “o”.
-¿Por qué?-preguntó Gustav.
-Resulta que… ¿Por qué no andamos para adentro mejor?-pregunté cuando vi que Bill venía hacia aquí. Asintieron y me siguieron escuchando atentos-. Descubrí que Bill me engañaba-dije sin tapujos, pero un tanto avergonzada. Después de todo no sienta bien que te la peguen.
-¿¡En serio!?-dijeron al unísono. Puse mis ojos en blanco al igual que todo el que pasaba por nuestro lado en ese mismo instante-. Me lo espero de Tom, pero de Bill…-comentó Georg. No podía estar más de acuerdo con él.
-Cambiemos de tema mejor.
-Sí-me acompañó Gustav poniendo su brazo por encima de mis hombros-. ¿Cuándo quedamos para el trabajo?
-Había pensado que esta tarde en mi casa si os viene bien.
-Por mi perfecto-coincidiamo Gustav y yo y soltamos una risita.
-Bien. ¿Se lo dices tu a Jeremy?
Al escuchar su nombre sentí algo recorrer por mi cuerpo. ¿Mariposas otra vez?
-Sí-contesté-. Se lo diré-no pude evitar sonreír de oreja a oreja.
De pronto sentímos la palabra “pelea” y una buena masa corrió hacia el mismo punto: el patio de la fuente. Como yo no me entretengo en esas tonterías donde todo el mundo contempla como dos niñatos o niñatas se dan, me quedé cruzada de brazos esperando a que ninguno de mis acompañantes fuera con ellos.
Pero al escuchar: “el nuevo” me detuve a pensar: ¿qué otro nuevo chico había en este instituto que no fuese Jeremy?
Busqué la mirada de mis compañeros y sin decir nada fuimos corriendo tras la multitud.
Cuando llegamos aquello estaba abarrotado y me hice un hueco para llegar a la primera fila soportando empujones de todo el que estaba allí.
Reconocí claramente la voz de Bill cuando estaba a dos filas de él.
-¡Dejadme pasar!-chillé y me hicieron paso.
Justo cuando pude verlos Bill acababa de propinarle un puñetazo a Jeremy.
-¡Basta!-me metí entre ellos dos.
Bill paró justo al verme; le dediqué una mirada de odio y rápidamente fui a ver que tal estaba Jeremy.
-¿Estás bien?-pregunté preocupada.
-Sí, claro-Jeremy se tocaba su mejilla derecha-. Solo me ha rozado-pude ver un gran rasguño.
-Te habrá dado con su anillo-pensé.
-¿Qué haces?-escuché la voz de Bill furioso.
Me giré rápidamente para mostrarle que si antes lo detestaba ahora más.
-¿¡Qué haces tú!?-dejè caer mis brazos. Furiosa.
-Este-le señaló con desprecio-, te acompañó el sábado. Vamos que, rompes conmigo y te vas directa con él ¿no?-dijo incrédulo-. Luego soy yo el malo.
-Pero, ¡¿te estás oyendo?!-crucé mis brazos y me percaté que su hermano disfrutaba del espectáculo con Sara a su lado, pero ella no estaba disfrutando como lo hacia todo el instituto también-. No seas idiota Bill, por favor.
-Giselle…-le interrumpí con un levantamiento de brazo.
-Vámonos-sugerí a Jeremy y éste asintió siguiéndome.
No escuché ningún comentario más y me dirigí hacia la puerta principal.
-¿A dónde vamos?-preguntó tocándose su herida.
-¿Tienes ganas de dar clase?-esbocé una media sonrisa.
Jeremy alzó sus cejas y me siguió. Por suerte no habían profesores alrededor y pudimos salir sin ninguna retención.
-Vaya, no sabía yo que lo tuyo eran los nobillos-dijo con un ensanchamiento de sonrisa.
-Hoy es mi…-me puse a pensar-… tercera vez-le devolví la sonrisa-. Pienso que es mejor no soportarles hoy, cuando Bill se pone idiota no hay quien le gane-sacudí la cabeza-. ¿Qué ha pasado?
-Yo iba hacia clase y me cogió por detrás diciéndome que era la última vez que te iba a acompañar a casa; supuse que habríais vuelto y tu se lo comentaste y no dije nada más porque también pensé que le habrías dicho que era para no dejarte sola cuando él lo había echo-me explicó.
-Es patético-dije tras resoplar-. No he vuelto con él y no lo haré más.
-¿Quién le dijo que te acompañé?-frunció el ceño. Entonces pensé en la única que lo sabía.
-Mi hermana-me avergoncé-. Siento haberte dado este problema, no tenías que haberme acompañado, me siento culpable por ello-confesé.
-Para Giselle, volveré a acompañarte siempre que quieras-eso me gustó y no pude evitar sonreír como una tonta.
Paramos frente a la cafetería El velero; era mi lugar favorito para desayunar.
-Espero que tengas un poco de hambre-dije.
-Creo que sí-asintió.
No había mucha gente. Nos sentamos en el lugar en que siempre me sentaba, dos mesas a la derecha pegada a la ventana.
-Dime que no has probado los churros con chocolate-negó con la cabeza y me alegré-. Por favor, dos de lo de siempre-el camarero ya me conocía y sabía lo que era lo mío. Me guiñó un ojo y empezó a prepararlo.
Nos acomodamos quitándonos las chaquetas y dejando nuestras mochilas a nuestros pies. Saqué tema de conversación.
-¿Cómo que no te has tirado a por él? Creo que allí en América se os da muy bien esas cosas…-bromeé.
-No porque sea negro tengo que saber pelear para defenderme de todos los líos en los que pueda meterme-dijo muy serio.
-Lo siento-me sonrojé. Tendría que haberme estado callada-. No me refería a eso-me sentí pequeñita.
-Lo sé-me sonrió para tranquilizarme-. Mi barrio era uno muy bueno, lo que pasa es que había a gente que no le gustaba aquello demasiado-me quedé un poco parada porque no esperaba a que me contara aquello-. Una noche en el que mis colegas y yo salimos a jugar a basquet, como siempre,-continuó endureciendo el rostro- nos encontramos a un grupito de esos. Se aburrían y no supieron hacer otra cosa que pegarnos una paliza acabando con mi mejor amigo-abrí la boca, sorprendida.
-Lo siento-fue lo único que pude decir.
-Desde ese día intento estar alejado de toda pelea, por eso no le he dado a Bill. Sabía que iría a parar tarde o temprano, no me importa si yo hubiera salido mal, pero no quiero convertirme en uno de ellos.
-No volverá a pasar-dije desde el fondo de mi corazón, regalándole una sequela sonrisa para que se fuera ese estado triste. Y sonreí aún más cuando trajeron nuestro desayuno.
-Mmmm. Está… buenísimo-dijo mientras se tragaba el último.
-Lo sabía. Esto tiene que gustarle a todo el mundo-pegué el último sorbo de mi vaso de chocolate.
-Ahora, ¿qué hacemos?-preguntó tocándose su barriga llena.
-Lo que quieras-me encogí de hombros-. Si quieres quedarte aquí, dar un paseo o largarte a casa… me da igual.
-Demos un paseo-dijo tras estar unos segundos pensando.
Mientras pagábamos me acordé de su rasguño en la cara.
-Oh, ¿quieres algo para ponértelo?-señalé mi mejilla.
-No te preocupues-se lo tocó-. Ya ni me escuece. Esperaré a casa para curármelo.
-Está bien-salimos de la cafetería y nos dirigimos a la derecha.
Me acordé entonces de lo que había hablado esta mañana con Georg y Gustav.
-Por cierto, esta tarde hemos quedado para ir a la casa de Georg para hacer el trabajo. ¿Estás ocupado?-recé para que no.
-Me viene bien-asintió-. No sé donde vive.
-Cierto. Emm, ¿me das tu dirección?
-Espera-Jeremy miró a los alrededores y visualizó un banco donde se sentó para sacar un papel y un boli y entregármelo.
-De acuerdo-me lo metí en el bolsillo izquierdo de mis jeans-. Iré a por ti sobre las 5 y nos iremos a casa de Georg.
-Me parece bien-alzó la vista para encontrárse con la mía.
Para que no hiciese eso me senté a su lado.
-Bueno, ¿no has estado con nadie más que con Bill?-rompió el silencio.
-No. Él ha sido el primero, por ahora-no me avergoncé de tirar una pequeña indirecta por si lo cogía. Supuse que sí porque sonrió divertido-. Y… ¿tú estás saliendo con la primera?-pregunté, muerta de celos y creo que se notó un poquitín porque volvió a sonreír divertido.
-Bueno, estar, estar no se puede decir. Digamos que, estamos teniendo una relación abierta y cuando nos volvamos a encontrar, que pase lo que tenga que pasar-apoyó su espalda en el respaldo del banco.
-Sí. Creo que haces bien-admití-. ¿La quieres?-pregunté tras una pausa mirándole por el rabillo del ojo. Respiró hondo.
-Sé que la quiero, después de todo ha sido la primera y hemos estado hasta hace poco juntos-sabía que había un pero, por eso le pregunté-. Pero pasa que, puede que se meta una chica en medio que te haga sentir confundido-al decir eso me puse nerviosa y me tensé un poco. Tenía la esperanza de que esa chica podría ser yo.
-Oh, hay terceras personas-le seguì el rollo y esperaba no equivocarme, porque si no, quedaría muy mal…
-Puede ser. ¿Y tú sigues queriendo a Bill?-preguntó.
Miré al suelo y después lo miré a él sin poder apartar la sonrisa de mi rostro.
-Querer le quiero, ha sido mucho tiempo, pero… como tu dices puede haber un chico que haga que te confundas-le devolví la pelota.
-Y, ¿quieres seguir confundida?-esbozó una media sonrisa picarón.
-La verdad es que no. Es un calentamiento de cabeza, por eso me gustaría que el chico que me confunde, me dijese algo…-miré hacia abajo y noté que mis mejillas se sonrojaron.
Hubo un silencio que me incomodó un poco, pero cuando sentí la mano de Jeremy sobre la mía mi respiración se aceleró. Busqué su mirada y era divertida, al igual que la mía supongo.
Me gustaría besarle en ese mismo instante; mis labios estaban sedosos por probar los suyos. Sin decir nada, sentí como nuestros cuerpos se iban acercando nuestros cuerpos, pero…
-¿Jeremy?-nos incorporamos rápidamente debido al susto. Buscamos de donde provenía aquella voz.
-¿Mamá?-dijo él, muy extrañado al ver a aquella señora con la misma piel que él acercándose hacia nosotros.
Jeremy se puso en pie de un salto al igual que yo. Observé con detenimiento a quien era su madre; llevaba un moño como peinado y un traje de vestido negro que me pareció muy bonito con esos zapatos, y su rostro era muy bonito. Era bastante guapa. De ahí Jeremy, ¿no?
-¿Qué haces aquí? ¿Qué te ha pasado en la cara?-dijo en inglés, pero gracias a que sé algo bastante.
-Mamá, después te lo explico-le contestó en español señalándome con su mirada.
Su madre me miró y se relajó de inmediato.
-Hola-dije tímidamente mostrando una sonrisa amistosa.
-Hola, ¿eres Giselle?-puse los ojos en blanco al ver que sabía mi nombre. ¿Cómo?
-Sí, soy Giselle. Encantada-miré a Jeremy.
-Un placer. Yo soy Marilyn, la madre de Jeremy. Me ha hablado mucho de ti, por eso sé tu nombre-sonrió amablemente.
-Vaya, no sabía yo eso-devié la mirada a Jeremy que miraba al suelo un poco avergonzado.
-Bueno, ¿qué hacéis aquí?-quiso saber esperando una buonissima explicación.
Jeremy no supo que decir y salí yo en su ayuda.
-Estamos haciendo huelga, no nos quieren poner calefacción y ya se va notando el frío-dije pareciendo segura de mí misma.
Y eso, al menos fue verdad el año pasado nos tiramos una semana y media sin instituto por ello.
-¿En serio?-dijo sorprendida-. Hablaré con tu padre si es necesario.
-No te preocupes mamá. Todo se arreglará, ¿verdad?-me miró y no pude evitar reírme mientras asentía-. Bueno, ¿y a dónde vas tu ahora?-le preguntó.
-A casa, ya he terminado mis clases-nos señaló al colegio de primaria que estaba al lado-. ¿Te vienes a casa y me ayudas con algunas compras?-ladeó la cabeza.
-Sí, claro. Nos vemos esta tarde-me sonrió.
-Por supuesto, a las cinco menos cuarto estoy en tu casa-dije coqueta, no tanto porque estaba su madre delante.
-Te esperaré-me dijo mientras caminaba de espaldas mirándome.
Deseando estaba de que llegara esta tarde, quería verle y eso que estaba viendo como se estaba llendo en este momento.
Pero quiero empezar ese beso que tanto ansío al igual que mis labios.
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TSUPDOAA
Bill Kaulitz es un chico que todo lo tiene, inteligente, atractivo, cariñoso... Junto a su hermano gemelo Tom y sus dos mejores amigos: Georg y Gustav, se van a embarcar en la aventura de pisar por primera vez la universidad donde se volveran locos por las...sí, las chicas.
Pero Bill queda embobado por una rubia pero lo que no sabe el es que tendrá que recurrir a su peor enemiga para poder conquistar su corazón.
La pregunta es, ¿conquistar el corazón de la rubia o el de su peor enemiga? ;D
Da click abajo para leer todos los capítulos ;)
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